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Juan Manuel Rodríguez

La balada de Gica

Di Stéfano, Pelé, Cruyff y Maradona se han convertido en unidades futbolísticas de medida. Cuando un jugador despunta quieren sacarle inmediatamente algún parecido, aunque sea mínimo, con los genios anteriormente citados. Sucede que, al final, el aludido no está a la altura de las elevadísimas circunstancias, lo cual no debe generar en absoluto un estado de ansiedad puesto que con Alfredo di Stéfano se rompió el molde. Como del póquer de estrellas aludido al comienzo de este artículo el más joven de todos resulta ser Maradona, todo el mundo –y de manera muy especial, la prensa deportiva– siente la necesidad imperiosa de ir por ahí descubriendo decenas de Maradonas; al final ocurre como en las películas y cualquier parecido con la realidad suele ser pura coincidencia. O ni siquiera eso.

Entre el "Pelé blanco" y el "Romario de Aldaya", y un poquito más allá del Van Basten que algunos atléticos creen haber descubierto en el jovencísimo Fernando Torres, yo me quedo con un Maradona rumano a quien alguien descubrió en los Cárpatos hace más de veinte años. Me refiero a Gica Hagi, de quien la "saeta rubia" solía decir, en su etapa como entrenador del Real Madrid, que jugaba al fútbol mirando de soslayo a la grada. Creo que Hagi sí poseía algo del mejor Diego Maradona, dosis de su inteligencia y su manejo del balón, gotas de una incuestionable calidad con la que ha logrado remolcar a un equipo desconocido como el Galatasaray... Si la selección argentina de Bilardo era "Maradona y diez más", el equipo turco ha sido exclusivamente Gica Hagi durante los últimos cinco años.

Hagi llegó al fútbol español de la mano de Ramón Mendoza el 28 de junio de 1990. Luego se marchó al Brescia para acabar jugando precisamente en el mejor Barcelona, el liderado por Cruyff. Hace casi un año decidía abandonar la selección tras haber sido nombrado "mejor jugador rumano del siglo" y haber recibido del presidente Emil Constantinescu la "Orden del Servicio Fiel". Ahora el Galatasaray –ganador con él del tetracampeonato– ha decidido retirar su camiseta con el número "diez".

Una canción, "la balada de Gica", hizo auténtico furor en su país situándose rápidamente entre los discos más vendidos. Por fin la música y su forma de interpretar el juego del fútbol tuvieron mucho que ver. El dorsal "diez" de otro hombre-orquesta, Ferenc Puskas, también fue retirado de la circulación por el Honved de Budapest. Y es que, al final, Dios los cría y ellos acaban por juntarse también sobre el terreno de juego.

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