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Diana Molineaux

¿Tras las huellas de papá?

Durante los primeros meses en la Casa Blanca, George Bush tranquilizó a los elementos conservadores del Partido Republicano al resistir a las presiones demócratas para que abandonara sus promesas electorales, a la vista de que los norteamericanos le dieron una victoria mínima en las urnas.

Son los mismos republicanos que tan descontentos habían estado ocho años antes con Bush-padre, a quien no perdonaron jamás el haber renegado en su promesa de no aceptar jamás una subida de impuestos y que nunca se mostró demasiado firme en defender ideales conservadores.

Ahora empiezan a tener dudas y están en parte claramente irritados. Bush no se muestra inclinado a romper lanzas para defender la reforma educativa anunciada en la campaña, ha cedido con una rapidez inquietante en la base militar portorriqueña de Vieques y sospechan que abdicará terreno a los demócratas que ahora controlan el Senado.

La base de Vieques podría ser un error grave de estrategia política: Ante las repetidas protestas de Puerto Rico y el puñado de habitantes de Vieques, Bush decidió renunciar a una base insustituible para ciertas maniobras en un aparente deseo de satisfacer al voto hispano, sin tener en cuenta que tan solo atiende a los portorrriqueños que, de todos modos, no votarán por él. En cambio, no gana los votos mejicanos, salvadoreños o cubanos que pueden decidir las próximas elecciones.

Cierto es que Bush tenía las manos atadas porque el presidente Clinton decidió someter Vieques a un referéndum cuyo resultado está cantado. Pero donde los conservadores ven menos justificación es en sus concesiones en materia educativa que, junto con la bajada de impuestos, era la base de su programa de gobierno: el presupuesto inicial de 15 mil millones de dólares ha llegado a los 34 mil millones, después de pasar por los tamices de la Cámara de Representantes y el Senado.

Peor todavía, ha desaparecido la propuesta de Bush para romper el monopolio del sindicato de maestros pues las dos cámaras han arrinconado la promesa de dar a los padres dinero para que envíen a los niños a la escuela pública o privada que ellos prefieran. A pesar de lo cual, Bush parece satisfecho y se felicita de que pronto podrá firmar una nueva ley educativa que tan sólo lleva su sello en los exámenes para medir el rendimiento escolar.

Algunos republicanos piensan que, así como el republicano Nixon estableció relaciones con la China y el demócrata Kennedy empezó a bajar seriamente los impuestos, Bush II es simplemente realista y tendrá el talento político para lograr compromisos con los demócratas sin concesiones excesivas.

Otros se preguntan si la semejanza física entre padre e hijo es una premonición de que seguirá las huellas de papá y cederá en los principios conservadores que habían creído ver durante la campaña y sus primeras gestiones. En cuyo caso, ni se ganaría a los demócratas ni tendría el apoyo republicano y, tras las huellas paternas, sería presidente por solo cuatro años.

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