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Lucas Soler

Rappel, como muy entrañable

Hace unos días, los agudos o esdrújulos cronistas de sociedad de los principales periódicos destacaban en su columnas mundanas la fiesta que organizó Rappel, con motivo de su 56 aniversario, en un conocido restaurante del principiante principado Marbella. Como suele ser habitual en este tipo de celebraciones de carácter íntimo, el número de cámaras, reporteros y fotógrafos superaba con creces al de invitados. No podía ser de otro modo. La “Fuerza” que acompaña al galáctico Rappel no es de origen parasicológico, sino mediático, dado el interés que despiertan siempre sus comparecencias entre la prensa del corazón y los programas televisivos de cotilleos. Sin duda, Rappel es un iluminado, pero más por los estallidos centelleantes de las cámaras fotográficas y de los focos cegadores de las televisiones que por sus poderes esotéricos y sus dones para la adivinación.

Al margen de la fiabilidad de sus amables y siempre halagadoras predicciones a los famosos y de su sabiduría como especialista en el Tarot y otras artes adivinatorias, Rappel es un mago de las relaciones públicas. Con el fin de atajar los previsibles comentarios maliciosos sobre su estrafalaria vestimenta o el dudoso pelambre de sus invitados, el divino adivino atendió a los cronistas acreditados en su fiesta de cumpleaños como si estuviese en una conferencia de prensa. De todos ellos, aseguró que eran “como muy entrañables”, un calificativo benévolo con el que siempre se queda bien sin decir demasiado. Los elogios fueron eficaces. Al día siguiente, ninguna de las lenguas viperinas de la prensa rosa se atrevió a ensañarse con un personaje tan educado y respetuoso con los plumillas del cotilleo. Los finos modales y la aterciopelada voz de señorona de Rappel son mejores armas de seducción que su bola de cristal.

A falta de glamour, Bárbara Rey, Jenny Llada, Jaime Ostos, Arévalo, José Manuel Parada, Alfonso Santiesteban, el transformista Margot y los excéntricos barones Lewe Van Aduard aportaron a la fiesta de Rappel ese rechinante toque de “glamorro” marbellí, que tanto fascina a la prensa rosa más canallesca. Ignoramos si cobraron por acudir al evento, pero seguramente el anfitrión les debe estar muy agradecidos por servir de extras en el espectáculo colorista de su aniversario. También ignoramos cuánto se habrá gastado Rappel en la tarta, las bebidas y los canapés, pero seguramente el generoso dispendio entrará dentro de la partida de gastos de representación o de publicidad de sus líneas telefónicas de la suerte. Alguien que vive del futuro debe pensar también en el presente.

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