En la cuestión Gescartera hay ofensores y defensores. Están en posición de ofensiva los socialistas opositores, y en la defensiva se sitúan los gobernantes del PP. Por mucho esfuerzo que emplean en proclamar que el caso lo revelaron ellos, lo denunciaron, enviaron a prisión a Camacho –¿no son los jueces quienes envían a prisión?– o quienes impulsan la investigación de la Comisión del Congreso, en base a la cual se irá a la calle quien resulte rozado por el escándalo financiero...
Los opositores socialistas atacan, según parece, con extraordinaria facilidad y con el viento a favor. El gobierno, de entrada, dispone de un plus de resistencia y de incredulidad, como se viene demostrando, y por más que Rodrigo Rato se explique en Tiempo, ABC, Radio Nacional... Rato sale en defensa, a ultranza, de Pilar Valiente, y acaso tal posición no sea la más coherente ni siquiera razonable.
Demasiados años estuvo en entredicho el chiringuito de Camacho. Demasiadas investigaciones revelaron que el chamizo de Camacho dejaba colar agua o salir millones a espuertas..., y nadie quiso darse por espantado en instancias oficiales. Eso es lo que reprocha el PSOE en su fácil ofensiva, con argumentos proporcionados por el propio PP.
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