Menú

Objetivo: La economía

Todavía no se sabe quién está detrás de la salvajada terrorista perpetrada el martes en Estados Unidos. Pero a medida que se van conociendo datos empieza a dibujarse con claridad el objetivo último del atentado: la creación del caos financiero en la primera economía del mundo. Quien preparó el atentado sabía muy bien lo que hacía. Cuesta mucho tiempo y mucho dinero preparar a una persona para que sepa pilotar con habilidad un Boeing 727. También son precisos muchos estudios para saber el lugar exacto de las torres en el que los aviones debían impactar; si lo hubieran hecho más arriba, las “gemelas” no se hubieran hundido, si lo hubieran hecho más abajo se habrían partido en el lugar del choque y todo lo que quedara debajo seguiría siendo útil. El objetivo, por tanto, era la destrucción total, y se consiguió. Y este es el hecho verdaderamente importante.

Lo relevante para el terrorista no ha sido el número de víctimas que se pudiera cobrar, por horripilante que éste ya es, sino acabar con miles de personas altamente cualificadas y difíciles de sustituir que operan diariamente en los mercados financieros. Este hecho, y las perdidas materiales, harán muy difícil la recuperación de la normalidad en Wall Street, al menos a corto plazo, lo que puede acarrear importantes pérdidas al sector financiero y desencadenar en él una crisis que puede extenderse con facilidad a una economía real muy tocada. Precisamente, el momento elegido es también clave en este asunto, puesto que Estados Unidos estaba debatiéndose entre la recesión y la recuperación. Ahora, las probabilidades de crisis han aumentado considerablemente.

Otro argumento que refuerza las anteriores hipótesis es el hecho de que el 78% del mercado norteamericano de bonos estaba radicado en las “Twin Towers”. Ese mercado ahora tendrá poca liquidez, por muchos esfuerzos que haga la Reserva Federal para evitarlo, lo que puede desembocar en una subida de los tipos de interés a medio y largo plazo que castigue todavía más a la delicada economía estadounidense.

Por último está la cuestión del pánico de los inversores. Wall Street ha cerrado este miércoles por motivos más que obvios. Pero las caídas en las bolsas del resto del mundo y los temores que han reinado en los sistemas financieros de los países industrializados revelan los riesgos potenciales. O sea, que todo el mundo quiera vender sus acciones y salirse de sus fondos de inversión. Las autoridades monetarias han previsto esta contingencia y han ordenado aportar toda la liquidez que sea necesaria para evitar lo peor. Pero las bolsas pueden quedarse muy tocadas. Prueba de ello son las declaraciones que han empezado a realizar los mandatarios de los principales países del mundo y las propias autoridades económicas y monetarias en el sentido de que el sistema financiero mundial no se verá perjudicado por las bestialidades del martes.

Sin embargo, esas mismas palabras, que tratan de transmitir tranquilidad, revelan que la preocupación de fondo es que esos mismos mercados estén más que “tocados”. Todo dependerá de si el miedo cala o no profundamente en el ánimo de los inversores. Afortunadamente, por ahora no ha sido así.

En cualquier caso, un elemento fundamental para evitar el pánico ha sido la decisión de las bolsas europeas de abrir este miércoles, pase lo que pase. El martes, muchos expertos recomendaban mantenerlas cerradas por temor al desplome. Si se hubiera seguido su consejo, el mensaje que se habría enviado a los inversores es que las cosas son más graves de lo que ya son de por sí y hubiera cundido el pánico. Un terror que se hubiera puesto de manifiesto el día en que los parqués europeos hubieran retornado a la actividad. Esta decisión, probablemente, ha evitado que se desencadene una crisis financiera con un único precedente: la del 28 de octubre de 1929, el tristemente famoso “martes negro” de Wall Street que desencadenó la crisis económica mundial más importante de la historia.

En resumen, parece bastante claro a la luz de todo lo anterior que el objetivo real de los terroristas, además de dar una lección a Estados Unidos, era el de provocar el caso económico y financiero para debilitar al mundo industrializado en general y a la primera economía del mundo –el diablo, el imperio, el enemigo a batir por los fundamentalistas islámicos– en particular.

En Portada

    Servicios

    • Radarbot
    • Curso
    • Inversión
    • Securitas
    • Buena Vida
    • Reloj Durcal