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Ignacio Villa

La soledad pasa factura

Estamos donde estamos, y desde luego nadie puede sorprenderse. Hay lo que hay. Un año y medio después de las últimas elecciones generales, Aznar se ha quedado solo. Se ha quedado sin sus pesos pesados. Los silencios, los enigmas, el jugar con la sorpresa, el carácter impenetrable pasan factura. Y esa factura se traduce en soledad.

Los grandes pesos pesados del Gobierno en el inicio de la legislatura se han quedado descolgados. Rodrigo Rato, desde luego, está tocado por el caso Gescartera y, pase lo que pase en el futuro, lo cierto es que se queda altamente hipotecado. Mariano Rajoy, después de una pobre gestión de coordinación política del Gobierno, permanece en Interior con poco entusiasmo. No está llamado, desde luego, a ser un revulsivo del Ejecutivo. Jaime Mayor Oreja, ha desaparecido de la política nacional. Aunque es un apoyo recuperable para Aznar, por el momento está volcado en la política vasca.

Estos son los tres vicesecretarios del partido, los tres grandes. Uno por una cosa, otros por otra, no mantienen el peso especifico de meses atrás. De todas formas, todavía quedan otros en la lista, como Ángel Acebes, que permanece “volcado” en su Ministerio en estos tiempos de “turbulencias”. Y Javier Arenas, que de forma “llamativa”, un día sí y otro también, pide el apoyo para Rato de todo el partido. ¿Para qué tanta petición?

En fin, como ven, el erial en torno al presidente, se va convirtiendo en una realidad. Qué lejos quedan aquellas reuniones de “maitines” de los lunes, donde se pasaba revista con satisfacción a los grandes logros del Gobierno. Hoy, asistir a “maitines” es más un sufrimiento que un honor. Antes eran la envidia de todos. Hoy sólo reciben miradas de compasión.

A estas alturas de la película, nadie sabe qué va hacer José María Aznar. Por algún lado tiene que salir, pero nadie sabe por dónde. Antes había nervios, pero había lista de sucesión. Hoy siguen los nervios, pero la lista es cada vez menor.

En el PP, más de uno y más de dos, con resignación y pesadumbre, comienzan a sugerir que a este paso el único que va a quedar limpio es Ruíz Gallardón. Y es que, al final, la sucesión más que un interrogante se va a convertir en una bomba de relojería. La agenda del presidente, su cuaderno azul, se ha visto trastocada. Gescartera puede provocar un cambio de nombres y calendarios. Así es la política.

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