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Emociones o inteligencia

Una persona equilibrada coordina de forma adecuada su inteligencia y sus emociones. Sus deseos le indican lo que quiere, y su razón le indica cómo conseguirlo. Desgraciadamente muchos seres humanos creen que sus sentimientos son epistemológicamente equivalentes a sus pensamientos lógicos o creativos. En lugar de pensar de forma crítica y rigurosa, aceptan como reflejo fiel de la realidad lo que les dicen sus ilusiones, sus miedos, sus esperanzas. Piensan con las tripas, es decir, no piensan. Y como sus ideas están disociadas de la realidad, sus acciones están condenadas al fracaso.

Esta irracionalidad es frecuente en la literatura. Algunos escritores manejan palabras con habilidad para evocar sensaciones: cuentan bonitas historias que suenan bien, tocan las fibras sensibles y producen efectos placenteros. Pero este uso del lenguaje está muy alejado del rigor que requiere el conocimiento del mundo. Por eso hacen el ridículo cuando opinan sobre diversos problemas. Como Laura Esquivel, quien cree que "esta globalización inhumana, basada en los beneficios y la usura, no es civilizada". Alguien que no sabe gran cosa de economía no entiende la función social de los beneficios, siempre demonizados; tampoco comprende la importancia esencial del crédito, y cae en el mito del malvado usurero. Para ella lo humano es el amor, las miradas, la comunicación, el contacto: muy tierno; y muy ingenuo, sobre todo porque parecen creerse poseedores exclusivos de emociones.

Esquivel cree que escribe apoyada por la ciencia: "los mayas sabían que la galaxia y sus habitantes estaban intercomunicados por un cordón umbilical invisible, un cable que partía del plexo solar y viajaba por esa gran matriz resonante que es el universo transmitiendo el conocimiento y la sabiduría"; "los científicos ya saben que el 90% de nuestro cuerpo es espacio vacío; la energía que ocupa es el amor". No entiende ni la lógica más elemental. "Las palabras viajan a la misma velocidad que el deseo, y por lo tanto es posible prescindir de ellas al enviar un mensaje de amor". Tal vez sea posible comunicar afectos sin palabras, pero esta posibilidad no tiene nada que ver con la velocidad del sistema mensajero alternativo: el "por lo tanto" sobra. Aparte de que el deseo es un estado mental que no viaja a ninguna parte.

Cree que acumular riqueza genera violencia y le quita libertad a otra persona (la falacia del beneficio de uno y perjuicio de otro); le parece mal que si no tienes dinero no puedas conseguir lo que quieres o necesitas. Cree que los que controlan el mundo son como los terroristas a los cuales hay que quitarles los mandos del avión mediante el voto electoral. Y es verdad que la clase política es muy nociva, pero asusta pensar lo que podrían hacer los amorosos irracionales en su lugar. El amor es estupendo; combinarlo con la ignorancia lo estropea.

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