Hace 25 años, cuando el rey Juan Carlos se quiso deshacer del entonces jefe de gobierno, el franquista Carlos Arias Navarro, hizo unas declaraciones al periodista Arnaud de Bochgrave donde calificaba a su colaborador de “un desastre sin paliativos”. Tal vez ese sea el mejor calificativo para las relaciones hispano-marroquíes que el domingo por la tarde vivieron un nuevo y estrafalario episodio.
Tras haber sufrido una serie de humillaciones durante la larga y torticera negociación sobre la pesca –que concluyó, como todo el mundo preveía, en un fracaso– el gobierno marroquí miró hacia otro lado cuando se le pidio que controlara el letal tráfico de “pateras” en el estrecho de Gibraltar entre el Sahara y Canarias. Pero no quedó ahí la cosa: aprovechó la oportunidad para insultar y agraviar a los ministros, Rajoy entre ellos, que habían solicitado respetuosamente un mayor control de las costas y de las mafias del narcotráfico y del tráfico de seres humanos.
Por si faltaba poco para el duro, el rey Mohamed VI en unas declaraciones al diario francés Le Figaro se unió a la algarabía y acusó de este siniestro tráfico a las mafias marroquíes y... españolas. Para apagar este incendio, salió a la palestra el ministro Josep Piqué, bombero voluntario y sonriente funcionario cuya docilidad con ciertos países sólo es comparable al halago permanente a que somete al presidente del gobierno y a todos cuantos, situados en alto nivel, son aficionados al jabón, muchos más de lo que sería razonable en un país civilizado, por cierto.
Piqué viajó a Marruecos, abrazó a su colega Benaissa –el abrazo es una de las tácticas secretas del Canciller– fue recibido por el rey Mohamed VI y salió del encuentro eufórico, como siempre. Las relaciones hispano-marroquíes habían entrado en una nueva fase.
La montaña parió un ratón porque el espectacular resultado de tantas idas y vueltas entre Rabat y Madrid fue que el ejecutivo marroquí aceptó celebrar con el español una reunión de alto nivel o, si se prefiere, una cumbre intergubernamental a principios del mes de diciembre próximo. Por supuesto, las pateras siguieron llegando con su mortal carga a las costas españolas y las mafias del narcotráfico y del tráfico humano siguieron funcionando también a todo ritmo sin que el gobierno marroquí (cuyo poder es escaso) hiciera nada por detenerlo. Todo un éxito de la diplomacia piqueriana y aznarista.
Ahora el rey de Marruecos acaba de propinar al gobierno español otro puntapié en salva sea la parte a Aznar, Piqué, Rajoy, Nadal y “tutti quanti” están convencidos de que son Talleyrand o algo semejante cuando de Maruecos se trata. Con el agravante de que el agredido no sabe por qué, si fue capricho o simple prepotencia. Adiós sonrisas y abrazos, adiós reuniones de alto nivel, adiós nueva etapa en las relaciones, adiós tópicos y alfombras voladoras.
El episodio recuerda aquella frase apócrifa atribuida a un texto sagrado oriental que aconsejaba lo siguiente al marido: “cuando llegues a casa, pégale a tu mujer, si tú no sabes por qué, ella sí lo sabrá”. ¿Sabrá Piqué en las próximas horas por qué le han dado el puntapié?
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