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Diana Molineaux

Nicaragua, pocas esperanzas

Estados Unidos apuesta nuevamente en Nicaragua este domingo con el empresario Bolaños, que se enfrenta a un Daniel Ortega reencarnado en unas elecciones tan reñidas como apáticas. Ningún candidato ha conquistado a las masas porque el país acude a las urnas con la impresión de que ha de elegir entre Satanás y Belcebú.

La angustiosa miseria del país ha superado a todos los gobiernos, regímenes y sistemas para convertir a Nicaragua en el segundo país más pobre del hemisferio, tan solo superado en la miseria por Haití. Ni la dictadura de Somoza, ni el comunismo radical de los Sandinistas, ni los gobiernos democráticos consiguieron curar su pobreza endémica.

Ante un paro que afecta a la mitad de la población y con más del 60% en una pobreza supina, los candidatos compiten a base de regalos en los mítines y programas con promesas sin fin, que generan inevitablemente el absentismo electoral y la indiferencia política

Hay que tener más moral que el Alcoyano para ir a votar a un Ortega que asegura que ha cambiado a Marx por Jesús y le explica al pueblo que con amor se resuelve todo, o a un Bolaños que lo promete todo, menos luchar contra la corrupción que ha sido la mayor lacra social y política del país a lo largo de toda su historia.

En realidad, el absentismo va más allá de las elecciones y se refleja aquí en Estados Unidos, donde cada vez hay más ¨nicas¨ que construyen casas, barren restaurantes y limpian hoteles para enviar un poco de dinero a casa. Gane quien gane, seguirán aquí.