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La última oportunidad

Los inversores ya están hartos del cachondeo que se trae el Gobierno argentino con su deuda. Unas veces, el Ejecutivo de Fernando de la Rúa anuncia medidas de ajuste económico que no se cumplen o que sirven de poco, otras habla de operaciones de canje de deuda garantizando que las nuevas emisiones sí se cobraran y poniendo en duda que vaya a pagar las anteriores, lo que indica claramente que si Argentina no está en suspensión de pagos se encuentra muy próxima a ella. Eso lo sabe todo el mundo. De hecho, los dos grandes bancos españoles ya anunciaron, junto con la presentación de sus resultados correspondientes al tercer trimestre, la dotación de sendos fondos de contingencia por lo que pudiera venir del otro lado del Atlántico. Y las noticias que circulan por los mercados y los ministerios es que Argentina, en el mejor de los casos, no va a poder aguantar más allá de febrero, aunque son muchos en los mercados los que piensan que tendrá que declarar la suspensión de pagos antes de fin de año.

Los inversores, en cualquier caso, no están dispuestos a tragarse las pérdidas pero tampoco a seguir con tanta historia de canjes e incertidumbres. Su paciencia se ha agotado y, en cierto modo, van a dar un ultimátum a Argentina. ¿De qué forma? El caso de Merryll Lynch, uno de los bancos de negocios encargado de la operación de canje, es muy ilustrativo. La entidad ha puesto al frente de la operación ni más ni menos que a Jacob Frankel, reputado economista internacional -forma parte del G-30, que reúne a nombres de la talla del Nobel Milton Friedman, el ex presidente de la Reserva Federal Paul Vockler o el ex presidente del Bundesbank Karl Otto Pöehl- y presidente del Banco de Israel hasta 1999. Frankel, por tanto, es un profundo conocedor de los mercados y de todo lo relativo a las finanzas públicas. Es decir, a él no se la dan con queso. Pero también es un hombre de prestigio y muy bien relacionado, capaz de colocar las nuevas emisiones de deuda si considera que reúnen las garantías necesarias y no hay más tonterías.

¿Qué representa esto para Argentina? Supone que ya no puede engañar más a nadie, que nadie está dispuesto a aguantar más tomaduras de pelos ni huidas hacia delante y que, si lo intenta, se acabó el poco crédito que le queda al país y no tendrá más remedio que suspender pagos. Pero también supone que si se deja de historias y actúa con la seriedad que exigen las circunstancias, podrá seguir contando con financiación. En resumen, Argentina está ante su última oportunidad porque los mercados, si no cambia, no le van a conceder más.

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