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Federico Jiménez Losantos

Del liberalismo moderado al oportunismo descarado

Aunque parezca mentira, hubo una época en la que el PP y José María Aznar llevaron a cabo una auténtica renovación de la Derecha española, en un sentido liberal y nacional. Todos los discursos de Aznar, desde el Congreso del 1 de abril del 89 en Sevilla hasta las vísperas de su acceso al poder en el 96, llevan la impronta de ese afán de poner la política al servicio de determinadas ideas, a su vez sustentadas en una serie de valores. Y seguramente el Programa electoral de 1993 es el que más lejos llevó ese intento de presentar a los ciudadanos una alternativa ideológica coherente a la política socialista en todos los ámbitos de la vida pública. En un ensayo publicado en La Ilustración Liberal, “Aznar y el Poder”, he tratado de explicar las características esenciales de esa renovación ideológica, su sentido profundo y también el papel que en ella tuvo FAES, la fundación de signo liberal creada por Aznar y que ahora absorberá a todas las fundaciones que mantenían el legado plural de la derecha española. A él me remito.

Sin embargo, al llegar al poder, Aznar cambió de forma paulatina pero radical la orientación ideológica de su partido, hecho que tuvo su plasmación más coherente (desde el punto de vista político, no doctrinal) en la definición del “centrismo” como ideología oficial del PP. Para el análisis, crítica y sátira de ese cambio o saldo de ideas debo remitir a otro ensayo mío en La Ilustración Liberal, “Viaje al centro de la nada”. La definición --en rigor, la permanente indefinición-- del centrismo como ideología, así como la subordinación de cualquier idea, valor o principio a las normas de la publicidad política han tenido su continuación y apoteosis en el programa ideológico aprobado en México por la Internacional Centrista o Internacional del Complejo (IDC) presidida por Aznar. Aunque quizás el símbolo mejor de esa evolución desde el liberalismo pensado al centrismo rumiante, esto es, al oportunismo de derechas, sea que Mayor Zaragoza, uno de los más caracterizados exponentes de la idiocia antiliberal globalizada, desarrolle ahora un seminario en la FAES, donde hace pocos años se le habría prohibido entrar, para evitar la polución ideológica ambiental.

De Cánovas a Mayor Zaragoza, del liberalismo moderado al oportunismo descarado: he ahí el tránsito ideológico de un político y una política, los del PP de Aznar, dispuestos a que ni una sola idea, por pequeña que sea, nuble el acceso, observación y disfrute del poder. El próximo congreso del PP ratificará con toda probabilidad el definitivo arrumbamiento de aquel proyecto intelectual y político nacido brillantemente en la Sevilla de 1989 bajo el signo del liberalismo y sacrificado doce años después en México-Tenochtitlán, en el ara del Culto a la Personalidad, la única y verdadera religión del oportunismo político, ese que ayer se titulaba democristiano, hoy centrista y mañana... lo que mande el Jefe. Encaramado a la macrofundación del PP, Napoleón Aznar López arengará a sus huestes: “¡Funcionarios de las ideas, profesionales de los valores, soldados de mi causa: desde esta pirámide, cuarenta ministerios os contemplan!”. Y las huestes aullarán. Seguramente con hache intercalada.

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