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ETA quiere que vuelva la Francia mezquina

Los tres tiroteos entre la policía francesa y militantes de ETA en el último mes habían llevado a muchos a la conclusión de que la banda terrorista había cambiado de estrategia y había decidido extender sus campañas criminales en el país vecino. ETA, es cierto, siempre ha dejado patente que no sólo aspira a someter a sus designios a la actual Comunidad Autónoma Vasca sino que, fiel al delirio político aranista, también incluye en ellos a Navarra y al País Vasco francés.

No obstante, los terroristas se han cuidado siempre muy mucho de ampliar sus atentados a territorio galo. Atentar allí suponía tener abierto “dos frentes” y tener que renunciar al cómodo santuario que los terroristas han estado disfrutando durante tantos años en el país vecino. Como es bien sabido, durante décadas la mezquina actitud de las autoridades francesas consideraba a los etarras poco menos que refugiados políticos y hacía prácticamente imposible cualquier extradición. Una actitud que, poco a poco y con muchos altibajos, se había corregido desde la desaparición de Mitterrand y que prácticamente se está dando por olvidada en los últimos meses.

Con los recientes tiroteos en el sur de Francia se podría pensar que ETA habría decidido “castigar” ese compromiso de cooperación. De ellos, sin embargo, no necesariamente se deduce ese cambio de estrategia por parte de ETA. Los terroristas respondieron a tiros al intento de detención de los gendarmes, y eso no implica una predeterminada intención de extender sus campañas criminales a territorio galo.

Para despejar las dudas, los dirigentes de ETA se han apresurado a enviar una nota de prensa a sus diarios de cabecera (GARA y Euskaldunon Egunkaria) para negar que hayan abierto “un nuevo frente” en Francia y para dejar claro que los tiroteos fueron “enfrentamientos fortuitos” calificados de “contrarios a la voluntad de ETA”.

Ciertamente no tenemos porqué dudar de su palabra. ETA mata mucho pero suele mentir poco. Los terroristas saben lo mucho que van a perder si Francia es fiel al compromiso adquirido con España y saben que los atentados, lejos de disuadir a Francia, fortalecerían esa cooperación. La suerte, sin embargo, parece echada: Aunque Francia no padezca en carnes propias los zarpazos de ETA y aunque en esas circunstancias en el pasado haya incumplido compromisos morales y políticos con España, es muy improbable que, tras los sucesos del Once de Septiembre y la aprobación de la euroorden, vuelva a las andadas.

Sin dauda es reciente y bochornosa –y quizá ETA se aferra a eso- la pasividad de las autoridades galas en el caso Olano: no lo detuvieron -pese a lo acordado- hasta que se supo que un subordinado del dirigente de Gestoras pro Amnistia había participado en uno de los tiroteos con los gendarmes. Francia ha respondido desde entonces con nuevas arrestos como los del miércoles, cuando detuvieron a uno de los asesinos de Gregorio Ordóñez.

Esperemos que ETA pierda toda esperanza también respecto a Francia y vaya definitivamente despidiéndose del que hasta ahora ha sido su principal refugio. El país vecino no puede volver a ser santuario de terroristas, aunque estos insistan -por ahora- en que sólo quieren dejar víctimas a este lado de la muga.

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