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El frío saca los colores a Pujol

Una de las razones que justifican la constitución del estado de las autonomías es la mejora en los servicios al ciudadano (por razones de proximidad y mejor conocimiento de las circunstancias locales particulares) que la descentralización administrativa posibilita. Sin embargo, cuando la principal prioridad de quienes gobiernan una autonomía y administran sus presupuestos no es la mejora de los servicios prestados al contribuyente sino la “construcción” de una “identidad nacional”, es inevitable que la calidad de esos servicios deje mucho que desear.

El temporal de frío y nieve en Cataluña ha paralizado las carreteras y ha dejado a cerca de un millón de personas sin suministro eléctrico. Si bien es verdad que estos fenómenos meteorológicos son infrecuentes en el Mediterráneo, también es cierto que se producen con cierta periodicidad y que pueden preverse con cierta antelación. Durante varios días, todos los boletines meteorológicos han insistido en el riesgo de nevadas y bajas temperaturas para el fin de semana. Era responsabilidad de las autoridades catalanas la previsión y la coordinación de los medios necesarios para evitar el colapso de las carreteras. Todos los países del norte de Europa se enfrentan a situaciones similares cada invierno, y no por ello la circulación por sus carreteras deja de ser fluida, ni los hogares dejan de recibir energía eléctrica.

No parece razonable, por razones climatológicas, que la Generalitat catalana tenga que dotarse de los mismos medios que necesitan los países del norte de Europa —y en la misma proporción— para combatir los rigores del invierno, puesto que la incidencia de los temporales de nieve en Cataluña es más bien escasa. Sin embargo, no es de recibo que una de las zonas más desarrolladas de Europa quede paralizada por una nevada más intensa de lo normal. El coste de unas cuantas máquinas quitanieves y de algunas toneladas de sal es perfectamente asumible por una de las comunidades autónomas más prósperas de España y que más presupuestos maneja.

Se trata, ni más ni menos, que del típico vicio de la desconsideración para con el contribuyente que aqueja a la mayoría de los políticos españoles, más pendientes de su medro personal y de la imposición de sus preferencias personales que de servir al ciudadano; y en el caso de Pujol, más pendiente de imponer los doblajes en catalán que de prever las necesidades futuras de la comunidad que gestiona. Una vez consumado el desastre, a los 4.000 ciudadanos atrapados en las carreteras catalanas les importaba muy poco que la policía de tráfico llevara uniforme verde o azul; lo que querían es ver a algún agente que les informara de la situación y que les tranquilizara, algo que, en la mayoría de los casos, no se produjo.

Pujol debe reconocer abiertamente el fracaso de su administración en esta faceta, sin escudarse en la mala política de inversión de la eléctrica Endesa en su red de distribución, de la que, por cierto, también le cae algo de culpa derivada del fárrago burocrático que precede al tendido de nuevos cables de alta tensión. La primera prioridad de un gobierno serio y competente es velar por el buen funcionamiento de los servicios públicos y allanar los obstáculos que lo impidan . Para eso se le elige y para eso se le paga.

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