Recordemos por un instante: viernes 21 de diciembre, Presidente: Fernado de La Rua; sábado 22 de diciembre, Presidente: Ramón Puerta (Presidente del Senado); domingo 23 de diciembre, Presidente: Adolfo Rodríguez Saa, Presidente Provisional; domingo 30 de diciembre, Presidente: Ramón Puerta (de nuevo, pero no llega a hacerse cargo) quien renuncia a la opción a favor de Carlos Caamaño, Presidente de la Cámara Baja.
Luego, cinco presidentes en siete días; así que no me venga con eso de que en Argentina no hay quien gobierne; y le digo más, querido lector, prepárese usted porque la fiesta sigue. En las próximas horas, la Asamblea Legislativa volverá a reunirse para elegir un nuevo mandatario, ya sea para completar el mandato del renunciado Fernando de La Rúa, ya para convocar a elecciones en un plazo perentorio (de 40 a 60 días).
Lo que sucede es que en esta Argentina que supimos conseguir, la nueva teoría política se basa en la ya famosa “doctrina del manotazo”; el poder se manotea, se agarra y, como suele decirse por estos lares: después vemos qué hacemos...
Sí es cierto que Fernando de La Rúa debe irse por no hacer nada (dejando finalmente a Domingo Cavallo hacerlo todo... y mal) Adolfo Rodríguez Saa parece padecer de “hiperkinesia irreflexiva”, se lanza a una actividad desenfrenada de marchas y contramarchas que tiene una característica saliente: decirle a cada uno lo que él estima su interlocutor quiere escuchar.
A los sindicalistas, corruptos y desprestigiados, prometerles que manejarán de nuevo los dineros de los trabajadores; a las Madres de Plaza de Mayo (las mismas que aplaudieron los atentados de ETA) que los militares argentinos terminarán extraditados y en prisión, reabriendo todas las causas; a las fuerzas armadas... que ningún militar argentino verá la cara de un juez extranjero...
A los grupos de saqueadores y desocupados, que se crearán 1.000.000 de puestos de trabajo (si, leyó bien, 1.000.000) en un mes. A los exportadores, que se recuperará la competitividad de nuestras exportaciones; a las empresas privatizadas, que se mantendrá el uno a uno cambiario y que podrán continuar girando ganancias al exterior.
Al resto de los gobernadores justicialistas (peronistas), que su interinato sería por 60 días; y a sus “fieles”, que necesitaba hasta el 2003 más otros cuatro años para arreglar el país.
Finalmente y para alegrar la “fiesta” que no pagábamos más la deuda externa, al son de los bombos y redoblantes.
Todo esto se sumó a la conformación de un “gabinete del espanto” integrado por personajes que más que presentar su currículo exhibían un prontuario policial, contribuyendo a que el inicial entusiasmo se convierta en fastidio creciente de la población en no mucho más de 72 horas.
Dos años pasó el justicialismo criticando (las más de las veces con razón) la gestión inepta de Fernando de La Rua, pero nunca en ese lapso se les ocurrió que este era el tiempo que la oposición utiliza para estudiar, para reflexionar, creando propuestas alternativas que superaran las ya gastadas expresiones genéricas que nada significan para una población cuyos niveles de vida caen a pique, harta de una clase política que, sin excepciones, pasó a representarse a sí misma hace ya unos cuantos años.
El descrédito que alcanza por igual a sindicalistas y políticos explota en nuevos cacerolazos espontáneos en todo el país, mientras que grupúsculos de la izquierda antisistema se organizan con motos, celulares, piedras y molotov en un intento trasnochado, para dar ellos también su propio “manotazo”.
Las ultimas horas mostraron al entonces Presidente Rodríguez Saa frustrado, tal vez no tanto por no poder continuar su magna obra de creación, sino por el fracaso del “manotazo”, el poder se le escurrió de las manos ante la mirada sonriente de los otro “delfines” (o deberíamos decir tiburones) que aguardan su turno para manotear, prometer y después...después vemos...
Todos los derechos reservados
!-->