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Arzallus amenaza de nuevo

El líder del PNV, Xavier Arzalluz, expresó ayer en Deia, el boletín oficioso de su partido, cuáles eran las metas del PNV en 1976. Ni siquiera es necesario leer entre líneas para darse cuenta de que lo que pretendía el ex jesuita era establecer para el País Vasco una mala copia de lo que el régimen del general Franco había sido en su primera época (antes de los años sesenta): policía propia, educación propia, y medios de comunicación propios, esto es, de su color político. Y, por supuesto, el dinero y la discrecionalidad suficientes para manejarlas a su antojo.

Ni qué decir tiene que estos son, precisamente, los objetivos de cualquier gobernante totalitario: controlar la policía, los medios de educación y la enseñanza para ponerlas a disposición de su visión particular del mundo, casi siempre monolítica y, por lo tanto, paranoica. El enemigo exterior es imprescindible y hay reinventarlo constantemente. Por eso, Arzalluz se dedica a calumniar a Aznar (a quien califica de “falangista independiente”) o a resucitar al general Franco, a quien, por cierto, tanta adhesión mostró su padre requeté en la Guerra Civil que fue premiado con la concesión de un estanco en Azcoitia, su ciudad natal. Adhesión y admiración heredada: cuando era un joven jesuita, se dice que Arzalluz llegó a decir entre amigos “Yo, de mayor, quiero ser como Franco”.

Una muestra de que Arzalluz aprueba sinceramente los métodos de la dictadura está en sus palabras sobre los medios de comunicación: “Quienes sufrimos la Prensa del Movimiento, la Censura y el color político de las empresas de comunicación existentes, entendíamos imprescindible la existencia de medios públicos vascos no dependientes de las pautas centralistas”. Es decir, nada de prensa libre, sino “quítate tú (Franco) para ponerme yo (Arzalluz)”. Como se recordará, en otra de sus "homilías" en Deia, Arzalluz despotricó contra la prensa libre “Desde que firmamos el Pacto de Lizarra, los vascos tenemos que sufrir todos los días un tremendo linchamiento moral, la manipulación, el insulto de tantos periodistas mercenarios o sectarios, los de la Brunete mediática de Madrid que quieren amordazarnos. Ellos, blandiendo la libertad de expresión, pueden arrojar sobre nosotros, con nombre y apellido o siglas cualquier demasía”. Poco después, ETA comenzó a asesinar periodistas. El sumo pontífice del nacionalismo vasco había abierto la “veda del periodista” desafecto a su régimen.

Con estos antecedentes, sus “bulas de excomunión” contra los “tibios o indiferentes a la causa nacional” no pueden ser tomadas por meros calentones mentales de político, sino como algo mucho más peligrosamente amenazador. “Quienes (...) se llaman nacionalistas y dicen amar a Euzkadi, aunque no hasta el punto de que se les perturbe la tienda, los que para defender sus puestos estarían dispuestos a sacar el fusil, tienen una solución: tienen a Mayor Oreja, dispuesto a acoger hasta a socialistas desengañados, o pueden formar un Partido foralista..." Y, como prueba de que el totalitarismo y la paranoia son inseparables, añade: “No les van a faltar ni fondos abundantes del CESID (no sería la primera vez) ni apoyo gozoso de la nueva Prensa del Movimiento, empezando por los ABC vascos”.

¿Está Arzallus fijando nuevos objetivos a ETA? Ojalá que no fuera así, pero, entretanto, no estaría de más que el juez Garzón, con permiso de la tristemente famosa Sala Cuarta y del grupo PRISA, le instruyera el correspondiente procedimiento.

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