La Audiencia Provincial de Madrid ha dejado bastante bien librada a la cúpula del Ministerio del Interior de aquellos años de la “cultura del pelotazo”. Puede verse con claridad que el “cortafuegos” político deja a salvo a quienes ostentaron la cartera ministerial, con la peregrina justificación de que un ministro de Interior “no puede estar en todo”. Puede ser, pero les hubiera bastado con levantar un poco la vista del escritorio, apretar una tecla en el ordenador, y revisar de vez en cuando los movimientos de las cuentas de Interior en el Banco de España. Cuesta creer que ni Barrionuevo ni Corcuera jamás se tomaran la molestia (aunque sólo fuera para averiguar si había suficientes fondos como para pagar “sobresueldos”, cenas y joyas), ni preguntaran nunca a sus subordinados qué destino tenían los cheques que firmaban.
Pero quizá lo más chocante en todo este asunto son las declaraciones de Chaves y Rodríguez Ibarra, una vez conocida la sentencia. No contento con lo bien librados que han salido sus compañeros por las rapiñas perpetradas sobre los fondos reservados, Chaves aún se encara y exige “reparaciones morales” para Barrionuevo y Corcuera, “injustamente vilipendiados durante años”. Olvida Chaves que bajo las narices de sus compañeros ministros había montado un tinglado para saquear los fondos públicos, y que sólo la falta de pruebas concluyentes, un benévolo (y a veces selectivo) inventario de hechos probados y la evidente inoportunidad en los momentos actuales de que dos ex ministros del Interior reciban una condena de la Justicia, ha evitado a Barrionuevo y Corcuera dar con sus huesos en la cárcel.
En cuanto a Rodríguez Ibarra, es ya sabida su inagotable capacidad para proferir inoportunos esperpentos verbales. Sin embargo, hoy se ha superado con su teoría de los “rehenes” para negociar “un intercambio de prisioneros” con ETA y su proposición de hacer extensivo el intercambio “a Fraga o a Martín Villa”. “Yo convocaría una rueda de prensa y daría un corte de manga”, remacha el taifa extremeño. Es triste que figuras de la talla de Nicolás Redondo Terreros tengan que abandonar la política activa por ser poco gratos a los fines del clan González, mientras que personajes como Rodríguez Ibarra tienen vía libre para proferir toda clase de insensateces. Seguramente quienes mandan de verdad en el PSOE permiten su existencia porque necesitan una nota de “inocente” e irresponsable demagogia que eclipse sus desafueros para con propios y extraños.
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