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Walter Williams

¿Estaban mejor antes?

Los líderes de las llamadas protestas sociales lanzan nuevas cruzadas sin molestarse en analizar los resultados de sus anteriores campañas. En los años 80, diferentes grupos como la NAACP, estudiantes universitarios, artistas de Hollywood, etc. manifestaban frecuentemente frente a la embajada de Sudáfrica, exigían el retiro de las empresas multinacionales de ese país y la aplicación de sanciones económicas en contra de la política racista deL apartheid.

Ya no existe el apartheid en Sudáfrica y los negros gobiernan ese país, pero como lo reporta Andrew Kenny en el número de diciembre de la revista inglesa Spectator, la más antigua revista inglesa —fundada en 1838—, la situación de la población sudafricana no ha mejorado sino que más bien ha empeorado.

Ocurren 59 asesinatos diarios, 145 violaciones y 752 delitos violentos en ese país de 49 millones de habitantes. Un nuevo crimen es la violación de niñitas, al creer los hombres enfermos de sida que la cura es tener relaciones sexuales con una virgen. El 12% de la población sudafricana es VIH-positiva, pero el presidente Mbeki insiste que eso no causa el sida.

El ministro de seguridad pública, Steve Tshwete, dice no poder hacer más ya que la moneda —el rand— ha caído un 70% desde el año 1994 en que comenzó a gobernar el ANC (Congreso Nacional Africano) y la emigración de la mano de obra capacitada sigue aumentando.

Aunque sea trágico afirmarlo, el sudafricano común estaba mejor bajo el colonialismo. Los colonizadores jamás cometieron los asesinatos y las campañas genocidas que hemos visto bajo los gobiernos negros de Ruanda, Burundi, Uganda, Mozambique, Somalia, etc., donde millones de negros han sido exterminados brutalmente: asesinados a hachazos, hervidos en aceite, quemados vivos y descuartizados sus cuerpos. Si se hubiera hecho lo mismo con los elefantes, las cebras y los leones, las organizaciones izquierdistas internacionales habrían armado el escándalo más grande de la historia.

Cuando Zimbabue se llamaba Rhodesia y era gobernada por blancos, el partido ANC de Sudáfrica exigió la expulsión del primer ministro Ian Smith y la instalación de un gobierno negro. Hoy, el dictador Robert Mugabe viola impunemente los derechos humanos tanto de los negros como de los blancos y ha confiscado las fincas de los hacendados blancos que llevaban generaciones cultivándolas. Sin embargo, el gobierno de Sudáfrica apoya a Mugabe.

Cuando los gobernantes negros de Africa cometen atrocidades como las que estamos viendo, no se oyen protestas ni se ven manifestaciones en su contra porque eso supuestamente sigue siendo el resultado del colonialismo, del imperialismo, el apartheid y la globalización. Para la izquierda internacional sería una posición “racista” exigir que los gobernantes negros cumplieran con las normas de comportamiento occidentales.

Durante el apartheid, viajé varias veces a Sudáfrica, dictando conferencias en casi todas las universidades y en 1987 escribí en mi columna que sería una verdadera tragedia que los sudafricanos fueran a sufrir más bajo futuros gobiernos negros. Como vemos, los gobiernos negros no garantizan la libertad de la gente de nuestra raza.

Walter Williams es profesor de economía de la Universidad George Mason y presidente de la directiva de la Fundación Francisco Marroquín.

© AIPE

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