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Antonio López Campillo

La lapidación

Safiya es la nigeriana condenada a ser lapidada por adulterio. El caso ha despertado la indignación de cientos de miles de ciudadanos occidentales. La condena de Safiya es el resultado de aplicar correctamente la sharia, "la senda a seguir", el conjunto de prescripciones divinas que regulan las actividades de los humanos, es "la ley canónica del Islam". Defensores de Safiya dicen, con razón, que Safiya es inocente, pues divorciada fue violada por un pariente cercano. Los defensores deben recurrir a todos los argumentos posibles para salvar al acusado. Es posible que ese razonamiento de la inocencia de la condenada pueda servir para librarla de una muerte cruel. Hay que aplicarlo.

El problema de fondo no se encuentra en el hecho de la inocencia del condenado; se trata de reconocer que la "ley" que aplican es simplemente inhumana, según los cánones occidentales. Y lo importante de esa ley es que es de origen divino. Los cientos de millones de creyentes estiman que ha sido dictada por Dios, y para ellos, además de ser el conjunto de las leyes que definen la justa conducta de todo musulmán, es, en cierto modo, un cuerpo de reglas políticas. Su aplicación rigurosa muestra en la practica el alejamiento de las influencias occidentales. Durante el dominio europeo y su influencia, la sharia fue arrinconada por incompatibilidad con las leyes y la moral occidental. Es por eso por lo que la exigencia de la aplicación en exclusiva de la sharia como única ley, tiene una tonalidad política.

Donde se aplica la sharia con rigor no quedan ni trazas de influencia occidental; y lo que es más importante, no hay ni la menor posibilidad de que esa influencia vuelva. En el Islam no se hace la diferencia entre ley y religión. No existe un ámbito laico y otro religioso, no se distingue entre "Dios y Cesar", sólo hay Dios. El legislador humano ha de someterse al legislador supremo y su expresión, la sharia. En esas condiciones no hay espacio para un legislador humano. La sharia regula perfectamente todas las actividades de los humanos, por ello la sociedad debe acomodarse a la sharia. De este modo, esa ley es la expresión más clara de la vida islámica, pues todos los musulmanes que la practican viven en todo momento en contacto íntimo con la ley de Dios.

En el caso de Safiya hay que pedir misericordia, recordándoles que Allah es misericordioso. No hay que olvidar que el adulterio esta castigado con la lapidación, siempre y cuando existan cuatro testigos del hecho o que la prueba sea evidente. Es el caso de Safiya embarazada.

La sharia prescribe la lapidación. Es la ley divina, y sería blasfemar suponer que Dios va a cambiar de opinión. La ley es la ley. Sólo queda esperar que los jueces sean misericordiosos.

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