Ha llegado a mis manos el número 16 de una revista, Le Magazine de Educación y Cultura, publicada por la Oficina de Publicaciones Oficiales de las Comunidades Europeas, que, bajo el título "Una Europa de la tolerancia y del diálogo entre las culturas", recoge una serie de artículos en los que se insta a los educadores y a las administraciones educativas europeas a que luchen contra la xenofobia y abran vías de diálogo intercultural.
El primero de estos artículos, escrito por Viviane Reding, miembro de la Comisión Europea responsable de Educación y Cultura, comienza con estas palabras: “Los atentados del 11 de septiembre, más allá del temor que han provocado, han reforzado la convicción entre los europeos de la necesidad de relaciones más estrechas entre las culturas del mundo. La Unión Europea ha extraído de todo ello una voluntad renovada de refuerzo de diálogo a todos los niveles con sus vecinos, en particular con los países del área del Mediterráneo”. Dice Viviane Reding que las acciones que la Comisión emprenda contra la xenofobia y contra la “intolerancia étnica” se concentrarán en torno a “tres ejes” fundamentales: poner de relieve “el patrimonio común”, mostrar “la interpenetración de las culturas” y desarrollar “un diálogo en profundidad”.
Aunque no sea una novedad, todavía me asombra que cuando unos asesinos, organizados y dirigidos por un grupo poderoso de fundamentalistas islámicos, quitan brutalmente la vida a miles de ciudadanos, reconocen su crimen y declaran que los atentados del 11 de septiembre no fueron más que un aviso de lo que piensan hacer contra el imperialismo occidental, a los miembros responsables de la educación y la cultura de la Unión Europea lo único que se les ocurre decir es que se debe abrir más el diálogo con los países árabes e, incluso, dejan entrever la opinión de que lo sucedido es consecuencia de la soberbia, prepotencia e intolerancia de Occidente hacia la cultura musulmana.
Por otra parte, no sé muy bien qué se quiere decir cuando se pide un “diálogo profundo entre culturas”. Por dialogar todo el mundo entiende hablar o discutir y casi todo el mundo sobreentiende tratar de arreglar un conflicto sin recurrir a la violencia. El suponer a “las culturas” capacitadas para dialogar indica ya una cierta perversión del lenguaje, pero si encima se dice que lo que hay que hacer es “profundizar” en ese diálogo, debo confesar que tal deseo no tiene para mí sentido alguno.
Es comprensible que, tras los atentados terroristas del 11 de septiembre, los educadores, o sea, quienes tienen alguna responsabilidad en la instrucción, formación o educación de niños y adolescentes, se muestren preocupados por la posible aparición de brotes xenófobos en los centros escolares contra la inmigración musulmana, esto no justifica el empeño en decir que la civilización occidental no es ni mejor, ni más aceptable que aquellas en las que se lapida a las adúlteras, se mutila a las niñas para que no puedan gozar de las prácticas sexuales, se cortan brazos y piernas a los delincuentes o, sin llegar a extremos tan desagradables, simplemente se obliga a las mujeres a esconderse bajo los burkas para que no puedan ser miradas ni admiradas por varón distinto que su marido, su único dueño y señor. No comprendo por qué, cuando se trata de la cultura “de ciertos países del área del Mediterráneo”, no se puede decir a los escolares que ciertas costumbres son atrabiliarias, que ciertos regímenes son totalitarios y que ciertas prácticas religiosas chocan frontalmente contra nuestro sistema democrático.

Diálogo intercultural

En Sociedad
0
comentarios
Servicios
- Radarbot
- Curso
- Inversión
- Securitas
- Buena Vida
- Reloj Durcal