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El confuso valor moral de la solidaridad

Los sindicatos llamarán a la huelga y en sus mítines invocarán al sagrado principio de la solidaridad para movilizar a los trabajadores. Pero solidaridad ¿con quién?, ¿con los parados que rechazan el trabajo que se les ofrece porque está demasiado lejos de su casa?, ¿con los huelguistas que dicen que el decreto del Gobierno es un atropello a los derechos de los trabajadores?, ¿con los sindicalistas, funcionarios del Estado, que defienden sus propios intereses? ¿o con los socialistas, que maldicen en sus despachos a esta sociedad cada vez más derechizada?

La convocatoria de huelga general será un buen test para evaluar hasta qué punto la metodología pedagógica de los últimos años ha funcionado. Se pondrá a prueba si los españoles han asimilado bien esa educación en valores que, en los colegios y a través de los medios de comunicación, la izquierda ha impartido sistemática y concienzudamente.

Es una buena ocasión para entender ese empeño en llamar solidaridad a lo que mi generación llamaba caridad. Un cambio que todo el mundo acepta de buen grado, pues al fin y al cabo se trata de una forma laica y moderna de entender el amor al prójimo. Siempre he recelado de esa palabra, que resulta un tanto confusa porque lleva, creo, un sentimiento implícito de corporativismo ajeno totalmente al puro deseo de mejorar las condiciones de vida de nuestros semejantes.

Y es que, también el Gobierno podría llamar a la población a que se opusiera a la huelga general invocando el mismo principio de solidaridad. Podría, por ejemplo, pedir solidaridad con quienes quieren, el día 20 de junio, ir tranquilamente a trabajar. Podría pedir solidaridad con los trabajadores que están costeando el seguro de desempleo de unos señores que, pudiendo trabajar, no lo hacen. Podría pedir solidaridad con la sociedad que mayoritariamente ha manifestado en las urnas su apoyo a la gestión del Gobierno y podría también, por qué no, pedir solidaridad con los empresarios que, con riesgo de su patrimonio, hacen funcionar la economía española.

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