Colabora
Juan Manuel Rodríguez

Como en el festival de Cannes

Real como la vida misma. Desde hace quince años, sin que nadie sepa bien por qué, se ha convertido en una absurda tradición gritar "¡Raúl!" en los pases para la prensa del festival cinematográfico de Cannes. En la oscuridad de la sala, justo antes de que empiece la película, todo el mundo descansa tranquilo cuando alguien, por fin, grita "¡Raúl!"... Es como el banderazo de salida tras el cual los periodistas, ya tranquilos, se acomodan en su butaca y se aprestan a ver el film sobre el que luego deberán opinar. Nadie sabe quién es ese Raúl, o si el nombre corresponde en realidad a alguien en concreto o si es un personaje imaginario. A lo mejor quien lo gritó por primera vez estaba bajo los efectos del alcohol, aburrido por la tormenta cinematográfica que se le venía encima. Lo cierto es que se convirtió en tradición y ahora el cine no empieza en Cannes hasta que alguien, escondido entre las sombras, no grita "¡Raúl!"... Es así.

Viendo el partido España-Eslovenia que suponía nuestro debut en el Mundial 2002, alguien a quien quiero mucho pero que no sabe nada de fútbol (no pregunta quién es "penalti" de puro milagro) tras ver marcar el 1-0 a Raúl me dijo: "este chico tiene el don de la pierna". Y de la cabeza. Y del corazón. Porque, al contrario de lo que piense la mayoría de la gente, el fútbol se juega básicamente con la cabeza. Me quedo con los dos minutos 44 del partido. En el de la primera parte, como en el festival de Cannes, alguien gritó "¡Raúl!", y Raúl apareció. Era la primera ocasión del madridista, y casi la primera de España que no fuera a balón parado. En el de la segunda parte, Raúl -con 3-1 y el partido decidido- bregaba en defensa y sacaba un balón con la cabeza

Nuestra selección llevaba 52 largos años -desde Brasil en 1950- sin conseguir ganar el partido de su debut. Doce Mundiales después de aquello se acabó el gafe. Quedarse sólo con Raúl sería reduccionista e injusto porque España jugó muy bien, pero lo que está claro es que el madridista es el líder de este equipo, como lo es del Real Madrid. Si me apuran, y hablando de esos dos minutos 44, yo creo que Camacho se quedaría con el de la segunda parte más que con el del gol. El partido decidido. España victoriosa. ¿Qué llevaba a Raúl a seguir luchando, a continuar peleando? ¿A santo de qué si ya había terminado todo?... Indudablemente ese "don de la pierna". Pero, sobre todo, una cabeza y un corazón ambiciosos. Corazón y cabeza de líder. El "¡Raúl!" de España, al contrario que el de Cannes, sí tiene rostro.

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