Un grupo de científicos, formado por matemáticos, físicos y químicos, la mayoría de ellos profesores de universidad, preocupados por la deficiente preparación de los alumnos que empiezan las carreras de ciencias, decidieron, hace algo más de un año, impulsar la creación de una Ponencia en el seno de la Comisión de Educación, Cultura y Deporte del Senado con el fin de que se estudiara la situación de las enseñanzas científicas en la educación secundaria.
Estos expertos pedían que se incrementaran las horas dedicadas a la enseñanza de las matemáticas y de las otras ciencias. Sugerían también que los alumnos de 1º y 2º de la ESO estudiaran biología y geología para así poder dedicarse en 3º y 4º a la física y a la química con mayor profundidad. Pues bien, el pasado martes PP y CiU votaron a favor de elevar sus propuestas al Ministerio de Educación mientras que PSOE, PNV y el grupo mixto se abstenían de hacerlo.
Como la gran mayoría de los profesores universitarios, el grupo de expertos que ha trabajado en este asunto es fundamentalmente “progre”. Imagino, pues, su desconcierto al presenciar cómo los socialistas se desmarcaban de un proyecto que había nacido con su incondicional apoyo.
Debe ser que los científicos son demasiado ingenuos para entender que en la política educativa del PSOE no cabe el rigor en el estudio. Y no cabe por la sencilla razón de que la izquierda ha optado, definitivamente, por “la equidad intelectual” y no todos los individuos son capaces de aprender física, biología, química o geología. La izquierda española sólo está dispuesta a permitir que se estudie en la ESO aquello que esté al alcance de todos los ciudadanos.
Parece mentira que estos, que se dicen expertos en la enseñanza de las ciencias, no se hayan dado todavía cuenta de que sugerencias como las suyas suenan totalmente ridículas dentro de la filosofía de la escuela llamada comprehensiva, impuesta por los socialistas en España. Una filosofía según la cual, antes de caer en los imperdonables pecados del elitismo y de la competitividad, es preferible renunciar al conocimiento, a la ciencia y a la instrucción.

La ingenuidad de los científicos

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