Colabora
Alberto Míguez

Ana de Palacio, no había foto...

Las televisiones se las vieron y desearon hace unas horas para encontrar una foto actual de la nueva ministra de Exteriores, Ana de Palacio, la primera mujer que llega al Palacio de Santa Cruz desde la conquista de Granada.

En realidad muy pocos son quienes conocen a la nueva ministra salvo sus compañeros del Parlamento Europeo (desde 1999 es eurodiputada por el PP en Estrasburgo) y sus colegas de la Convención Europea donde supuestamente se está “inventando Europa” bajo la presidencia de un pájaro de mal agüero, Valery Giscard d’Estaing. La nueva ministra fue nombrada representante española en la dichosa Convención y eso probablemente le permitió establecer relaciones más estrechas con Aznar y sus fontaneros. Aznar apreció en ella su laboriosidad, sus amplios conocimientos y su fuerza de carácter.

Pero la imagen más recordada y tal vez también la más patética de Ana de Palacio fue aquella en que, tras una quimioterapia muy dura, habló en el Parlamento Europeo tocada con una boina. Fue una prueba de valor conmovedora. Afortunadamente me dicen que lo peor ha pasado y la nueva ministra ha vencido al cáncer o, al menos, ha neutralizado el mal. Ni Aznar hubiera sido tan irresponsable para nombrarla en un puesto de tanta importancia para el que es obligatoria la buena salud ni Ana del Palacio (abogada en ejercicio en Madrid antes de dedicarse a la política, hermana de la Comisaria europea Loyola de Palacio) hubiera aceptado si no se encontrase con fuerzas. Es persona sensata y responsable: aprendió mucho sobre Europa en el Parlamento de Estrasburgo y ahora lo demostrará, si la dejan.

La ministra De Palacio deberá recoger ahora una herencia no muy brillante. Su antecesor, Josep Piqué deja el puesto con un balance agridulce donde alternan la diplomacia del oropel, la prepotencia del pijo, la simulación del mitómano y una cierta dosis de cinismo. No le será fácil a la ministra enderezar un proyecto que hace aguas múltiples (Gibraltar, Guinea, Marruecos) máxime ahora, cuando la presidencia europea es cosa del pasado, no muy brillante por cierto.

Ni que decir tiene que por sus características políticas (no es militante del PP sino “independiente”) y personales, Aznar apoyará a la nueva ministra en asuntos varios aunque en temas europeos no lo necesite. Y Europa sigue siendo el verdadero asunto exterior de la diplomacia española. Del Palacio no necesita un curso de formación acelerada sobre este particular.

La caída o “traslado” de Piqué a eso de la Ciencia y Tecnología constituye un excelente y merecido varapalo a quien llegó a ser el ministro “coqueluche” del presidente, la sonrisa del régimen, el querido Josep. Sic transit gloria mundi. Ahora le toca el turno a esta mujer algo tímida y prácticamente desconocida en los cenáculos políticos madrileños. ¿Demasiado para Ana? Ojalá no. Su coraje e inteligencia merecen el éxito tan difícil de lograr en política como casi imposible de reconocer en la hora del crepúsculo.

Ver los comentarios Ocultar los comentarios

Portada

Suscríbete a nuestro boletín diario