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Invierno en Verano

Si alguien me vuelve a hablar del calentamiento del Planeta, me compro una pistola. Jamás ha hecho tanto frío un mes de Julio, y así fue ayer, 14, día de la Fiesta Nacional, con el tradicional desfile militar de cartón piedra, ya que Francia no tiene ejército, y menos mal que tampoco tiene enemigos. Prueba, diría José Bové, del sometimiento de Francia al imperialismo yanqui, los cadetes de West Point, que parecían soldaditos de plomo, con sus uniformes de hace dos siglos, desfilaron los primeros, con la perfección de sus comedias musicales. Pero ellos si que tienen ejército.

También los bomberos de Nueva York fueron homenajeados y un desquiciado intentó matar al Presidente Chirac, y hasta disparó una vez, pero sin matar siquiera a una paloma. Esto constituye una bofetada para el superministro de Interior, Nicolas Sarkosy, encargado de la difícil tarea de imponer más seguridad en Francia, porque la cosa ocurrió así: un joven se paseaba con un estuche de guitarra, junto a la plaza de la Estrella, lo abre, saca una carabina y se pone a disparar, y la policía, nada. Fue un espectador, y por cierto, un argelino, quién le agarró la carabina, la desvió hacia el cielo gris, y otros transeúntes quienes inmovilizaron a Máxime Brunerie, el chalado aprendiz de asesino, y lo entregaron a los policías, que estaban al lado, pero distraídos, discutiendo de horas extras, o de vacaciones.

Lo que se sabe de las declaraciones de éste desquiciado es bastante confuso, como debe serlo él: quería efectivamente matar al Presidente Chirac, “para que el mundo cambie”, y luego suicidarse. La prensa española le trata de neonazi, con lo cual todo se explica, porque la locura no tiene explicación marxista, y la necesidad de frentes populares antifascistas, resulta cada vez más evidente.

Después tuvo lugar la “bronquitis-party” en los jardines del Elíseo, y la tradicional entrevista televisada del Presidente. Tradición instaurada por Mitterand. Frente a tres acomplejados periodistas, dos mujeres y un hombre, igual de malos, Chirac se mostró casi tan socialista como Jospin. La entrevista giró esencialmente en torno a la economía, y aunque reafirmó la necesidad de disminuir los impuestos sobre la renta, y los impuestos y tasas de las empresas, reafirmó, sobre todo, que el estado tenía que dirigir con mano férrea la economía. Sobre la reforma de la PAC, sentenció: ¡ni hablar!. Francia es el país que tiene la agricultura más próspera en Europa y la que más subvenciones recibe. Este aquelarre no puede durar eternamente, pero, claro, todos los gobiernos franceses se resisten a un cambio. Me pareció particularmente jocoso que declarase que sus tres prioridades eran la lucha contra los accidentes de tráfico, la lucha contra el cáncer y la ayuda a los minusválidos. Será por aquello de la human touch hollywoodiana? En cambio, sobre temas candentes, como el monopolio de EDF, admitió una minoritaria apertura del capital, sin tocar el resto, y sobre las 35 horas, declaró vagamente que algunas adaptaciones serían tal vez necesarias. Lo mismo decía Laurent Fabius.

Mientras tanto, la viuda (alegre) de Mitterand manifestaba en Villenueveles- Maguelonne, ante la cárcel donde está detenido José Bové, por destrucción de Mc Donalds y otros delitos. Declaró Danièlle Miterrand que admiraba a Bové, porque era un gran combatiente de la paz. La pobre señora se cree que Francia está aún en guerra contra Indochina.

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