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Julio Cirino

Un país muy pobre

En esa Argentina, la promesa de los 90, el aliado extra OTAN de los EE.UU; el país de los turistas por el mundo y el “deme dos”; el país de “un peso un dólar”, se cayó el decorado, el cartón pintado se desmoronó y quedó a la vista del mundo que nuestra realidad esta más cercana a la de las regiones más hambreadas del continente africano que de aquellas del primer mundo al que nos dijeron pertenecíamos.

En algunas oportunidades, las cifras son más elocuentes que las palabras mismas, lo dejo pues, querido lector, enfrentado con algunas de ellas, y usted me dirá luego. En el país viven unos 36 millones de argentinos, de ellos, hoy, 19 millones son pobres; y el “hoy” debe subrayarse porque digamos, a modo de ejemplo, que entre octubre de 2001 y mayo de 2002, 5,2 millones de personas cayeron (en siete meses fatídicos) bajo la línea de pobreza, por el efecto de los aumentos de precios (30% en los primeros seis meses del año), aumento del desempleo, que pasó de un 18% a un 21,5% en mayo pasado y sigue aumentando, con lo que la dinámica de la caída marca lo provisoria de las cifras que cambian constantemente.

Qué es un “pobre”. Clínica y fríamente, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) define como pobres a los hogares cuyos ingresos no llegan a satisfacer un conjunto de necesidades esenciales (alimentos, vestimenta, transporte, salud y educación). Comparativamente, “indigente” se considera a aquella persona u hogar que no llega a cubrir una canasta de alimentos capaz de satisfacer un umbral mínimo de necesidades de proteínas. Planteada la situación en estos términos, en Argentina existen unos 6,8 millones de hogares (en centros urbanos) y, de ellos, son 2,8 millones los que viven por debajo de la línea de pobreza, a los que se suman 1,2 millones de hogares en la indigencia. Todo un record para el “granero del mundo”.

Puesto de otra forma, sobre unos 23,5 millones de habitantes urbanos, no menos de 12,5 son pobres y, de entre ellos, 5,8 millones son indigentes. En medio de esta catástrofe, los más desprotegidos –niños y ancianos– son quienes más sufren. Baste decir que según el ultimo censo (2001) viven en el país unos 5,7 millones de niños menores de 14 años de edad; de ellos, unos 3,9 millones viven en condiciones de pobreza y 1,5 millones son indigentes, con diversos grados de malnutrición y desnutrición infantil, y si bien es cierto que sólo los casos más trágicos llegan a las noticias y a la televisión, las escuelas han tenido que convertirse en “comedores escolares” antes que en centros de enseñanza, no sólo porque los desmayos famélicos proliferaban, sino por la incapacidad del niño para concentrarse en el aprendizaje en condiciones de hambre y desnutrición. A estas horas, las imágenes de un niño postrado en un hospital que con 5 años pesa 6 kilos cruzaron el país y parecen afectar a todos, menos a la clase política, ocupada ahora en las próximas elecciones.

La gestión del presidente Duhalde nada logró (al igual que sus predecesores) en cuanto a revertir en algo las tendencias de la economía. Por el contrario, la actividad industrial cayó el pasado mes de julio un 2,5% respecto del mes anterior. Los datos acumulados durante los primeros siete meses del año marcan una contracción de la producción del 14,1%. Las industrias que aún continúan en operación, lo hacen a no más del 60% de su capacidad total. Sólo un ejemplo más: la región más pobre de Argentina es el nordeste (en el límite norte con Paraguay, Bolivia y Brasil). Abarca cuatro provincias, Corrientes, Formosa, Chaco y Misiones. En esta región, 8 de cada 10 personas viven por debajo de la línea de pobreza.

La provincia de Formosa es la más pobre del país. El 78% de sus pobladores son pobres y, de ellos, el 69,9% son indigentes. Las proyecciones del INDEC calculan que, de no revertirse la tendencia, para finales de 2002, el 90% de la población será pobre. Formosa está gobernada por el partido Justicialista (Peronismo). Su gobernador se traslada normalmente en avión privado y reside usualmente en la ciudad de Buenos Aires. Además, tiene el “honor” de contar con la legislatura más cara de Hispanoamérica: son 30 legisladores provinciales atendidos por 2551 empleados, lo que arroja un promedio de 85 empleados por legislador. Mientras, la desnutrición infantil alcanza el “grado tres” que implica daños irreversibles en el niño.

Esta situación, que no es nueva, es un reflejo de la actitud de una nueva clase social: la clase política, que, como la “alta nobleza” de otrora, vive en absoluta ignorancia y desinterés respecto de las tribulaciones de los más pobres. Se supone que Argentina, aún pobre, es una democracia republicana, si bien no lo parece... ¿Verdad?

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