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Antonio López Campillo

Agresión y violencia

Para que exista, y perdure, un grupo animal es necesario que en los individuos la agresividad intraespecífica quede reducida a un mínimo. En los humanos el mandamiento capital para la coexistencia es: no mataras; sin él la sociedad no puede durar. En todos los animales gracias a la agresividad el individuo existe ya que es lo que le permite marcar sus limites y mantener su autonomía, y hacérselo saber a sus semejantes; es la garantía de su libertad. Mientras, la violencia es la expresión de la agresividad con el fin de someter al otro, de reducirle a esclavitud, por la amenaza de muerte.

En los humanos la expresión de la violencia puede ser ciega, en el sentido de no ver como de la misma especie a los otros humanos, y está destinada a aterrorizar a los individuos y la colectividad. La violencia aparece cuando el, o los que la practican se creen incapaces de alcanzar sus fines por otros medios. La calidad, la excelencia del fin propuesto es la razón que autoriza el empleo del terrorismo. Justificar el terrorismo como vía de alcanzar un grado mayor de autonomía para la colectividad que lo practica es simplemente una falacia. El terrorismo implica la negación del no matarás, y su aceptación por parte de una colectividad es el principio de la disolución de esa colectividad, ya que ¡matarás! es el mandamiento central de la nueva moral social del grupo, pues la técnica que le ha permitido alcanzar su objetivo le servirá para mantener el "orden nuevo". El terrorismo al "legalizar" el matar como práctica social genera una sociedad que acepta ser regida por la violencia; en esta sociedad dejan de servir los valores de libertad, individual y colectiva, y acaban por desaparecer; es el efecto perverso del terrorismo. Creen buscar libertad y producen por su acción necesariamente una sociedad de opresión y terror.

Defender y justificar el terrorismo no es otra cosa que predicar el ¡matarás! como regla moral social e individual. La defensa de la práctica del terrorismo, por parte de observadores o miembros de otras comunidades tiene a lo menos varios orígenes: el primero creer que la vida humana tiene poco valor, segundo fundir el fin que se proponen los violentos con su práctica en un valor único "terrorismo-liberador", otra explicación es que los "malos", por serlo deben morir, se lo merecen, por ser opresores, y una tercera justificación sería que los pobres, los oprimidos no están sometidos a moral. Esta última explicación es frecuente cuando se trata de justificar la acción de un homicida diciendo que es de origen humilde y pobre, con lo que la culpa es de la colectividad y no del individuo; irresponsabilizar al asesino, para salvarlo del castigo, es simplemente deshumanizarlo… y se reduce a resucitar aquello de que "las clases humildes son clases peligrosas".

Practicar o justificar el terrorismo es declarar paladinamente que el fin justifica los medios. La realidad, la tozuda realidad nos dice cada día lo contrario: los medios condicionan los fines. Los medios son la práctica, y los humanos se hacen haciendo, la práctica les modela en buena parte, y los fines son ilusiones o ideales, que hacen soñar a los humanos.

Es muy frecuente escuchar que el terrorismo de los terroristas es la respuesta al terrorismo del Estado. Lo que hay que afirmar es que hay que combatir todo terrorismo, pero añadiendo que hay que elegir con mucho cuidado el medio con el que se le combate para que no nos salga el tiro por la culata.

En Sociedad

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