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Una enfermedad incurable

Para un universitario antifranquista de fines de los sesenta, la bandera española, como el himno español, eran símbolos fachas. Manteníamos entonces que esa bandera era sólo la bandera de los que habían ganado la guerra civil, que era la bandera de los franquistas y no la de todos los españoles.

La transición española trajo el Estado de las autonomías y con él 17 banderas diferentes. Con las leyes que nos dimos en la Constitución aceptamos que la bandera de España fuera la rojigualda y que cada Comunidad Autónoma tuviera, además, una enseña propia. Los antifranquistas, que no habían sido muchos, aceptaron la bandera de España con un sentimiento de vergüenza al tiempo que abrazaban las enseñas autonómicas con verdadero entusiasmo.

A excepción de los más fervientes nacionalistas vascos o catalanes y de cierta izquierda que se dice republicana, esa vergüenza ante los símbolos que representaban a España era bastante inconsciente y realmente no se puede decir que fuera síntoma de desarraigo o de desamor a la patria. Era más bien un trauma juvenil que algunos lograron superar pero que otros, por lo que se ve, ni si siquiera lo intentaron.

Ahora resulta que sin saberse muy bien por qué, o por quién, ha sido lanzada la idea de instaurar una fiesta homenaje a la gran bandera de España que ondea en la plaza de Colón. La sensibilidad izquierdista y enferma de muchos progres, unos de antaño y otros de nueva hornada, se ha sentido herida. El País del viernes pasado fue un compendio de artículos en los que, con más o menos furor, todos sus habituales columnistas increpaban la decisión del gobierno.

Javier Ortiz en El Mundo del sábado explicaba bastante bien su enfermedad y su deseo de que nadie venga a curarle de ella y terminaba su columna pidiendo a las autoridades vascas que se querellaran contra Juaristi por ofensas a la ikurriña. Por cierto, que Ortiz parece que ha hecho suya la versión manipulada y falsa de las declaraciones de Juaristi. El director del Cervantes, don Javier, no dijo que la ikurriña era la bandera de ETA sino que cuando a la ikurriña no le acompaña la bandera de España se convierte en símbolo del nacionalismo y de ETA. Cosas que, a mi entender, son bastante distintas.

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