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Al rojo vivo

El mundo de las empresas de televisión está al rojo vivo. Raro es el día que uno no escucha por los mentideros de Madrid que tal o cual personaje está interesado en la adquisición de esta o aquella cadena de televisión. Y ya se sabe que cuando el río suena... La temperatura del sector también ha subido como consecuencia de las novedades en la legislación sobre televisiones que está introduciendo el Gobierno en las últimas semanas. Así, a la supresión del límite del 49% que podía tener una persona física o jurídica del capital de una emisora nacional se une ahora la prohibición de que quien sea accionista de una de estas cadenas no pueda estar presente en el capital de las televisiones locales. O sea, Prisa y el Grupo Correo tendrán que elegir entre permanecer en Canal Plus y Tele 5 respectivamente o en sus propias cadenas de televisiones locales, pero no en ambas.

La guinda que le falta al pastel la pondrá dentro de dos semanas el Consejo de Ministros cuando dé a conocer su acuerdo sobre la fusión de Vía Digital y Canal Satélite Digital. La sorpresa, en este caso, no estará en si se autoriza o no la creación de la plataforma única. Las declaraciones realizadas por distintos miembros del Gobierno en los últimos meses permiten asegurar sin temor a equivocarse que la operación contará con el beneplácito del Ejecutivo. Donde estriba la incógnita es en las condiciones que el Gabinete impondrá a la operación, algo determinante para saber si de ellas saldrá un monopolio o una garantía para la competencia en el sector y para la pluralidad informativa que necesitan la libertad y la democracia. El Gobierno tiene que optar por lo segundo.

El camino a seguir para que la operación encaje en la lógica de la competencia, la libertad y la democracia es sencillo. En parte, basta con asumir el voto concertado incluido en el preceptivo informe sobre la fusión realizado por el Tribunal de Defensa de la Competencia, en el que se pide que la plataforma única sea una infraestructura de televisión digital que pueda utilizar todo aquel que desee montar un canal de televisión, en vez de limitarse a los canales propios, como sucede actualmente con Canal Satélite Digital. Si esta condición se cumple, la competencia y el pluralismo informativo en este medio contarán con un pilar fuerte sobre el que asentarse. Pero esto por sí solo no basta.

Para garantizar la competencia y la libertad, es preciso que el Gobierno regule adecuadamente la apertura a terceros de los derechos del fútbol y el cine estadounidense, hasta ahora en manos de Sogecable a través de Canal Satélite. Sin ella, no habrá nada, por mucho que se pueda permitir el acceso de terceros a la plataforma única puesto que las televisiones compiten entre sí fundamentalmente a través de los contenidos y, en menor medida, de los ahorros de costes. Pero lo esencial son los contenido,s porque son los que atraen televidentes y suscriptores.

El Gobierno debe tener en cuenta estas consideraciones cuando apruebe qué solución va a dar a la fusión de las plataformas digitales. Sea cual sea su decisión, mantendrá al sector candente durante bastante tiempo.

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