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Alberto Míguez

Israel entra en la guerra

Desde el 11 de septiembre de 2001, Israel había mantenido la contención y la distancia en la lucha global que Estados Unidos y sus aliados iniciaron contra el terrorismo internacional, con o sin apellidos. Bastante tenían los gobernantes israelíes con bregar con el horror cotidiano de los terroristas palestinos, cuya saña criminal sólo es comparable a la de Al Qaeda en Nueva York, Bali o Karachi. Esta contención, seguramente pactada con el amigo americano, restó a la coalición internacional elementos de inteligencia, información y tecnología muy necesarios.

Israel prefería mantenerse al margen cuando en Afganistán, Filipinas, Pakistán o Yemen Al Qaeda golpeaba impunemente a civiles inocentes. Obviamente, sus canales de información e inteligencia estaban activados y no dormían la siesta ni miraban hacia otro lado. Sus servicios de inteligencia, se dice, son los más eficientes y motivados del mundo. Lo han demostrado muchas veces y en muy diversas geografías, desde Entebe a Frankfurt. Tras lo sucedido en las últimas horas en Kenia las cosas pueden cambiar. Mejor dicho, están cambiando ya.

El gobierno israelí no se quedará con las manos cruzadas mientras sus ciudadanos son asesinados, amenazados y perseguidos, dentro y fuera del país. La respuesta puede ser contundente, inesperada y ejemplar. Tal vez lo está siendo ya y no lo sabemos. Israel ha entrado en esta guerra global contra el terrorismo aportando medios, agentes y, sobre todo, experiencia. Permanezcan atentos al televisor o al ordenador: pronto habrá novedades.