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Amando de Miguel

Yo soy aquel

“Aquel” puede ser adjetivo o pronombre demostrativo. Como adjetivo la cosa está clara. Simplemente se designa un objeto alejado tanto del que habla como del que escucha. Aun así, se presta a dudas. Pero como pronombre la confusión suele ser mayor. Ahora hay un abuso del “aquel” por influencia del inglés, lo que contribuye a hacer confusas las frases que lo incorporan. Desde luego, si se escribe, que no sea nunca con tilde. Pero el mejor consejo es que se emplee lo menos posible. Si tengo que decir “aquellos ciudadanos que tengan que pagar impuestos”, mejor será la fórmula de “los contribuyentes”. Me gusta, en cambio, el uso de “aquel” como sustantivo: “cada uno tiene su aquel”. Fuera de ese uso casi poético, el “aquel” debe reducirse al mínimo. Prácticamente solo resulta útil cuando presta a la frase un sentido de recuerdo, nostalgia o misterio. Por ejemplo, “aquellos años de la juventud no volverán”. O bien, “aquel fantasma era el titular del castillo”. Todavía más, “estos tiempos de progreso no son aquellos de incertidumbre”. Recuérdese, en ningún caso debe ponerse la tilde. Aunque solo haya un lector que siga mis consejos, satisfecho me quedo.

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