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Federico Jiménez Losantos

¿Por qué no quieren que hable Aznar?

La Izquierda no tiene vergüenza y la derecha no tiene otra cosa. A la Izquierda no le importa negar la evidencia y a la derecha le preocupa tener que mostrarla. A los gobiernos de derecha, desde Suárez a Aznar, les da miedo el Parlamento, hasta cuando disfrutan de mayoría absoluta, mientras que la izquierda no vacila en pedir debates hasta cuando no tiene nada que defender. En resumen: unos no confían en sí mismos y otros confían demasiado en sí mismos. Pero ni unos ni otros tienen razón: la derecha tiene normalmente más y mejores razones que la izquierda y cuando se ve obligada a explicarlas lo hace con solvencia y hasta con elocuencia. Todo lo contrario de lo que le sucede a la izquierda: cuando se explica, siempre queda peor. Fuera de la consigna, de la pegatina y de la imagen no hay prácticamente nada. Por lo menos, nada bueno. Pero con eso le basta para tener a la derecha metida en un rincón.

¿Por qué la banda de Don Tancredo, sita en Moncloa, no quieren que hable Aznar? Ni siquiera necesitaba el truco de cambiar el formato del debate parlamentario ofreciendo el consenso sobre la nada rubricado por la Unión Europea. Es posible que a Zapatero lo haya descompuesto un poco, pero no hacía falta. Es tan menesterosa la argumentación de los autodenominados pacifistas y es tan penosa la demagogia antisistema en que se ha embarcado Zapatero del brazo de Llamazares que sólo con ponerla de manifiesto Aznar tenía ganado el debate. Si además le ponen a Llamazares delante, Aznar se convierte en Zidane en el Bernabéu y con el marcador a favor. Eso no es jugar: es disfrutar.

Lo extraño es que el entrenador del Madrid quisiera tener siempre sentado a Zidane e incluso a Raúl. Pues eso es lo que siempre quieren los equipos de asesores de la derecha en el poder: ganar sin jugar el partido. Y sin atacar. Y sin tirar a puerta. Luego, juegan y remontan, y hasta se recrean de tacón. Pero a lo que no renuncian es a hacernos sufrir. Si no sufrieran ellos también, sería intolerable. Y aunque sufran, también.

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