Las condenas retóricas de Llamazares y Caldera –quien afirmó que era preferible tirar huevos a las sedes del PP que tirar bombas en Irak– respecto de la campaña de acoso contra los cargos y candidatos del PP se parecen demasiado a las del PNV respecto de la kale borroka. Sobre todo si se tiene en cuenta que a renglón seguido exigen a los populares la condena de las muertes que se han producido en la guerra contra Sadam –como si los diputados del PP se alegraran ellas– y acusan al Gobierno de excesos en la represión de los brotes de terrorismo callejero que han tenido lugar en las últimas manifestaciones pacifistas –ya en coordenadas batasunas, Llamazares responsabiliza al Gobierno de la violencia, por “provocar y criminalizar al movimiento pacifista. Todo ello con el fin de desviar la atención sobre sus responsabilidades directas e indirectas respecto de los disturbios y de las agresiones contra las sedes y candidatos del PP.
Con todo, la campaña de deslegitimación y amedrentamiento hacia los cargos y candidatos del partido del Gobierno auspiciada por IU y apoyada por el PSOE, hasta ahora se había “limitado” al acoso, al insulto, al boicot de los actos públicos de los cargos y candidatos del PP o al destrozo de las sedes populares. Sin embargo, la agresión física que sufrió el martes el candidato a la alcaldía de Barcelona por el PP Alberto Fernández Díaz –quien, además de ser recibido con la ya habitual lluvia de huevos y tomates con que los “pacifistas” obsequian a los candidatos populares, fue después pateado y herido en la cabeza– cuando se disponía a participar en la presentación del programa del candidato popular a la alcaldía de Reus, Miguel Ángel Mallol, supone un gravísimo salto cualitativo hacia las mismas tácticas batasunas de eliminación del adversario que el PSOE sí condena en el ámbito vasco.
Es preciso recordar una vez más que en la agenda de movilizaciones contra la guerra del Foro Social Europeo –donde Izquierda Unida está representada, entre otros, por Ángeles Maestro, Pedro Montes Fernández, Milagros Hernández Calvo (números 4, 7 y 8 respectivamente de la lista de IU por Madrid al Congreso en las elecciones de 2000) y por Rosa María Cañadell Pascual (número 1 por Barcelona)– están previstas las ”presiones masivas sobre parlamentarios” y una advertencia a “los gobiernos que están preparando la guerra de que si ignoran la opinión del mundo y lanzan un nuevo ataque contra Irak, se encontrarán con la más firme resistencia”. En el lenguaje de la extrema izquierda, “la más firme resistencia” suele ir más allá de las manifestaciones pacíficas o de corear eslóganes, como ha podido comprobarse en los últimos días.
Ya no sólo en interés del PP, sino en el de la defensa de las instituciones y libertades democráticas, es imperativo que los populares pongan en conocimiento de la Justicia –o al menos hagan públicos– los nombres de quienes, parapetados tras la inmunidad que les confieren sus cargos públicos, instigan y participan en las agresiones a los candidatos y las sedes del partido del Gobierno; pues nada indica –al menos de momento– que la “coalición radical de izquierda”, en palabras de Javier Arenas, formada por IU y el PSOE, esté dispuesta –si es que ya no se le ha ido de las manos– a frenar la deriva violenta y totalitaria de sus simpatizantes en contra del PP con el pretexto del “no a la guerra”; no en vano, José Luis Rodríguez Zapatero anunció hace unos días que el PSOE respaldaría cualquier tipo de iniciativa en contra de la guerra.
Por ello, urge que el PSOE condene con toda energía y sin ambages las agresiones a los cargos y candidatos populares, que se desmarque de Izquierda Unida e inicie una investigación interna para depurar responsabilidades; pues de otro modo, si no aclaran qué “iniciativas” contra la guerra son aceptables y cuáles no lo son, los socialistas serán responsables de la batasunización de la vida política, como ya lo es Izquierda Unida en el País Vasco.

La batasunización de la vida política

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