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Lo malo no es que se publique que Francia entregó pasaportes de la UE –válidos para la llamada Zona Schengen– a funcionarios de la dictadura de Sadam Husein; lo malo no es que, pese a los desmentidos de la funcionaria francesa de turno en EEUU, pueda ser cierto lo publicado. Lo malo, lo peor es que es perfectamente verosímil. Lo grave, lo gravísimo es que el comportamiento de Francia en todo el proceso político, militar y diplomático de la guerra de Irak ha ido mucho más allá de las discrepancias con los países supuestamente amigos y formalmente aliados. En rigor, Chirac y Villepin no sólo han traicionado la letra y el espíritu de los pactos que ligan a Francia con la UE y con la OTAN sino que han estado colaborando activamente hasta el último día de la guerra e incluso después con una de las dictaduras más repugnantes del mundo que estaba en guerra abierta con los países occidentales a cuyo ámbito pertenece Francia.

No es posible separar lo que en la actuación francesa hay de traición y de corrupción. No hay forma de saber cuántos de los mil millones de dólares en metálico que se llevó Sadam Husein del banco central de su país la víspera de los bombardeos han ido a parar a las cuentas corrientes de empresarios y políticos franceses. Lo que sí se puede establecer es que el discurso político pro-iraquí y antiamericano de Chirac encaja perfectamente con los negocios petrolíferos y militares de grandes empresas francesas, con las relaciones amicales y financieras del régimen iraquí y el “partido hermano” de Chirac, con las ventas secretas de armas francesas y rusas hasta el mismo día de la caída de Bagdad. Francia actuó con doblez, perfidia y mala fe en el Consejo de seguridad de la ONU. Francia mintió y volvió a traicionar a sus aliados en la OTAN. Francia ha dado cobertura a todas las fuerzas antisistema y antioccidentales del mundo. Francia se ha convertido en el padrino “civilizado” de todas las mafias ex-comunistas y todos los fundamentalismos islámicos, siempre que anden tan sobrados de dinero como faltos de escrúpulos. Francia es un auténtico cáncer en la Unión Europea y en la OTAN, que ha hecho metástasis en Alemania y que, si se consigue salvar la parte germánica afectada por el virus antiamericano, habrá que abordar de forma inmediata y quirúrgica.

No es que Francia haya ido demasiado lejos, aunque ha ido lejísimos. Es que, evidentemente, no tiene intención de volver atrás. Y no es posible construir nada con un país que ha elevado a categoría política el arte de destruir.

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