El prestigio de un sufijo
Me refiero al sufijo –ario, que, por lo general, nos señala lo que pertenece a la palabra que va en primer lugar. Por ejemplo, universitario es lo que pertenece a la Universidad. De un tiempo a esta parte, se incorporan nuevos sentidos con esa terminación en –ario. Hay que ver lo contentos que están los monfloritas con salir del armario, lugar manifiestamente incómodo. Una de las palabras favoritas del discurseo político es “escenario”. Significa cualquier cosa menos lugar donde se representa la escena. El escenario es la situación, el planteamiento, el supuesto, el futuro imaginado, y muchas más cosas, todo lo que se le ocurra a uno. Pero nada mejor que el “argumentario” como conjunto de razones, el esquema defensivo. De seguir así, pronto hablaremos de “problemario”, “programario” o “discursario”, con los sentidos que fácilmente se adivinan. Es el abecedario de la lógica política, la misma que convierte al enemigo en adversario autoritario, al banquero en bancario, la agenda en calendario, al mandamás en dignatario. Por lo mismo, se prefiere empresario a patrón, erario a fisco, honorario a retribución, itinerario a camino, operario a obrero, rutinario a regular, solidario a caritativo.
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