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Víctor Llano

Apareció Castro

Todo era nada. Ni ha muerto, ni tiene aspecto de padecer un cáncer terminal. El rumor era falso. Los muertos que mató el exilió gozan de buena salud. Ya no hace falta esperar al 26 de julio. Este lunes, el tiranosaurio presidió la ceremonia de graduación de más de 3.330 trabajadores sociales. El acto fue televisado en directo. Las víctimas de la tiranía castrista han de seguir esperando. Otra vez será. No desesperen. Es cierto que Castro no ha muerto, ni tampoco parece que vaya a morir próximamente, pero su "robo-lución" hace ya muchos años que se ha convertido en un cadáver que únicamente es capaz de torturar y matar. El rumor -aunque falso- puede volverse en contra de él. No es bueno que los asesinos mueran en la cama. Esta especie de canallas no tendrían que morirse sin antes responder de sus crímenes.

Sin embargo de nada sirve engañarse, hoy no es un buen día para el exilio. Si Dios no lo remedia y, no parece que esté por la labor, el 26 de julio "Esteban Dido" volverá a burlarse de sus víctimas en Santiago de Cuba. Si es cierto que estuvo enfermo, se ha recuperado. En esta ocasión, no creemos que el régimen comunista haya jugado a difundir la falsa “noticia” para conducir al exilio a un nuevo y mayúsculo desengaño. En los últimos días el diario Granma informó de que Castro presidía reuniones y enviaba mensajes, pero no era normal que no saliera en televisión acusando a Estados Unidos de los secuestros de embarcaciones. En cualquier caso, si algo le ocurrió, no fue suficiente. Lástima. Está claro que es un bandido con suerte.

Los que sí corren un serio peligro de morir en cualquier momento son algunos de los disidentes que están siendo torturados en las más de doscientas cárceles de la Isla. Cuando su salud empeora de forma alarmante, sus carceleros les trasladan a un hospital para reanimarles; sin embargo, el estado en que se encuentran muchos de ellos se ha agravado en las últimas fechas. Esto no es un rumor, es la única verdad que se puede decir de Cuba. Por desgracia, todo sigue igual en la "Prisión-grande". Los torturadores aparecen felices en televisión, mientras los disidentes más valientes se mueren en la cárcel.

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