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Nunca una demanda inexistente alborotó tanto estos barrios. Porque ha resultado ser de mentirijillas. 4.000 usuarios debían estar temblando de miedo ante las amenazas que monsieur Ribas profirió hace unas semanas. Más aún, todo propietario de ADSL que alguna vez se ha bajado algo de la red tenía la obligación de soñar con El expreso de medianoche y otras enriquecedoras historias carcelarias. Sus promotores juraron y perjuraron que la demanda estaba presentada. Pero la Policía dice que si ha sido así hubiera sido una cortesía que ellos se enteraran. Por aquello de que se la tienen que presentar.

Día tras días, cada vez apesta más el asunto a un intento de un despacho de abogados de obtener clientes a partir de una denuncia que suene en los medios de comunicación. Se provoca miedo entre los usuarios, se logra notoriedad, y quizá así se consigan clientes más importantes que las compañías de software españolas que no tiene que ver con la BSA. La SGAE, por ejemplo. Lo malo para la multinacional del pleiteo es que los usuarios de P2P se lo han tomado primero con sorpresa, luego con indignación y, finalmente, con pitorreo. Si Landwell-PwC pensaba que iba a lograrse hacer respetar entre los usuarios españoles, quizá debiera pensar en otra manera de conseguirlo, porque ésta ha demostrado ser un fracaso.

Los 95.000 piratas detectados, mientras se decide alguien a demandarles, no parecen excesivamente preocupados. Los ficheros siguen ocupando, y justificando para muchos, el ancho de banda de las líneas ADSL instaladas en nuestro país. La vida de los internautas sigue igual. Lógico, considerando que seguimos sin ser demandados.


Daniel Rodríguez Herrera es editor de Programación en castellano.

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