El lunes tuvo lugar el “Día Europeo de la Ciudad sin Coches”, una de esas jornadas dedicadas a la “reeducación del pueblo” que los burócratas ociosos nacionales, europeos y onusianos, suelen organizar para justificar el presupuesto asignado a sus departamentos y, de paso, para hacerse la ilusión de que contribuyen a construir “un mundo mejor”. Prácticamente todas las fechas del calendario, a guisa de santoral pagano, parecen estar ocupadas con este tipo de celebraciones; de las que, que se sepa, rara vez han salido soluciones prácticas a los problemas reales o –las más de las veces– imaginarios que sirven de pretexto para su convocatoria. Hay “días europeos” de las vías verdes, de los parques nacionales, de la salud sexual, de las aves, del “comercio justo”... Y también hay “días mundiales” de los océanos, de los humedales, de la tierra, del medio ambiente, de la población...
Muchas de estas campañas con marchamo y subvención oficial tienen un tono que se parece muy peligrosamente al voluntarismo forzoso propio de la propaganda de los regímenes totalitarios. Algo que se comprende muy bien si se tiene en cuenta que los grupos de intereses que presionan para que se celebren bajo el paraguas de la burocracia, han pertenecido o pertenecen a algún grupo o partido huérfano del totalitarismo soviético y reciclado en ONG “solidaria” o en grupo ecologista radical. Ya es suficientemente grave que las autoridades europeas y las nacionales se avengan a prestar altavoces, financiación y asuman el ideario de gentes y grupos cuya máxima aspiración es detener el progreso con falacias anticientíficas –véase, por ejemplo, el mito del calentamiento global sobre el que se asienta el Protocolo de Kyoto, la feroz campaña contra los alimentos transgénicos o la ya clásica oposición a la energía nuclear– que se condensan en lo que se ha dado en llamar “desarrollo sostenible”.
Pero lo más grave es que esas celebraciones del “Día Europeo de...” están dejando de ser meras operaciones de propaganda pagadas con dinero publico para convertirse en pretextos por los que se justifican graves intromisiones en la libertad y en la rutina diaria de los ciudadanos. Las autoridades municipales de toda España, obedeciendo las consignas europeas y del Ministerio de Medio Ambiente, se han creído en el derecho de cortar vías imprescindibles para el tráfico en las ciudades, especialmente en las grandes capitales como Madrid o Barcelona. Sin publicidad previa y, además, con ínfulas “pedagógicas”, como atravesar autobuses en las avenidas, seguidos del número de coches cuya circulación, se supone, evitaría el transporte público. Ni qué decir tiene que la jornada de “sensibilización” ha provocado en toda España graves atascos y enormes inconvenientes. No sólo a los “insolidarios” y “contumaces” automovilistas que no tienen otra alternativa que el coche para desplazarse a su puesto de trabajo, sino también a quienes se ganan la vida con el volante.
Pero, según parece, estas “pedagógicas” agresiones de los burócratas a los propietarios de vehículos y a los profesionales del volante, que ya pagan suficientes impuestos por usar sus coches, están plenamente justificadas en opinión del Ministerio de Medio Ambiente y de, por ejemplo, el Ayuntamiento de Madrid, por la bajada en los niveles de contaminación y de decibelios. Aunque a lo que tendrían que responder las autoridades es si una gran ciudad moderna podría sobrevivir los 365 días del año con la mitad de sus calles cortadas al tráfico y dependiendo únicamente del transporte público. Porque, si no es así, ¿qué sentido tiene satisfacer los caprichos de las organizaciones ecologistas y no las necesidades reales de los ciudadanos? Ya puestos a celebrar jornadas, podría establecerse un “Día Europeo sin Burócratas” en el que todos, políticos y funcionarios de alto rango, obligatoriamente se quedaran en su casa sin cobrar el sueldo. El considerable ahorro que tal medida supondría compensaría con creces los inconvenientes derivados de su ausencia. Es más, puede que algunas cosas funcionasen incluso mejor...

Ahora, un Día Europeo sin Burócratas

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