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EDITORIAL

Reconstruir Irak... y también la Oposición

La resolución 1511 del Consejo de Seguridad de la ONU, presentada por EEUU, Gran Bretaña y España –para complacer a Francia y Alemania– y aprobada por unanimidad la semana pasada, reconoce expresamente una vez más –como ya lo hacía la 1483 el pasado mayo–, a la Coalición y al gobierno provisional iraquí las competencias exclusivas en lo que concierne a la seguridad y a la reconstrucción de Irak. Asimismo, prevé unos plazos para la elaboración de una constitución y para la transferencia gradual de la soberanía a medida que la situación lo permita –esta es la única novedad importante– y exhorta a la comunidad internacional a colaborar financieramente a través de la Conferencia de Donantes que tendrá lugar hoy y mañana en Madrid. Y también solicita –hay que subrayarlo– colaboración militar para la pacificación y la reconstrucción y recomienda a los estados vecinos de –es decir, a Siria y a Irán principalmente– que no permitan el trasiego de terroristas hacia Irak.
 
La labor de la ONU queda limitada a la supervisión del proceso, a la coordinación de la ayuda humanitaria y, posteriormente, cuando se den las condiciones mínimas de seguridad, a la asistencia para organizar la transición política y los procesos electorales. Afortunadamente, pues se la ONU se ha mostrado incapaz y negligente para garantizar siquiera la seguridad de sus propios funcionarios en Bagdad, mal podía organizar la de todo el país. Ayer se hizo público el informe encargado a raíz del atentado del pasado 19 de agosto, que señala “la falta de responsabilidad” en las decisiones que se tomaron al respecto y recomienda una “auditoría” de las reglas y procedimientos de seguridad tanto en las sedes centrales como en las misiones sobre el terreno. No estaría de más que Kofi Annan asumiera alguna responsabilidad tanto por la altanería que demostró rechazando la protección del ejército americano como por su negligencia en el cumplimiento de las propias normas de seguridad internas de la ONU.
 
Pero en cualquier caso, la ONU no ha hecho más que explicitar y ratificar punto por punto las intenciones de la Coalición, expresadas una y otra vez tanto por Bush como por Blair y Aznar antes, durante y después de guerra: la liquidación del régimen de Sadam como paso necesario para garantizar la paz y la seguridad en la zona, la reconstrucción de Irak y la garantía, en el plazo más breve posible, de un futuro pacífico y democrático para los iraquíes. Es más, el propio Kofi Annan ha reconocido en rueda de prensa conjunta con el presidente del Gobierno en La Moncloa que “Naciones Unidas ha estado en el núcleo de este esfuerzo”, hasta el punto de que “el programa que se estudiará en esta Conferencia de Donantes fue elaborado por Naciones Unidas y el Banco Mundial”.
 
Sin embargo, los líderes de los principales partidos de la Oposición, PSOE e IU, siguen todavía en la pancarta y la manifestación contra una “guerra ilegal”. Contra viento y marea, hagan lo que hagan y digan lo que digan las Naciones Unidas. Continúan insistiendo en la retirada inmediata de todas las tropas de la Coalición en Irak, especialmente las españolas, pese a que Naciones Unidas solicite colaboración militar para pacificar Irak y que el país no caiga en manos de los terroristas nostálgicos de Sadam o sufra una guerra civil. Regatean cualquier esfuerzo financiero que no esté destinado a ayuda humanitaria sin tener en cuenta que son precisamente las tropas enviadas a Irak las que hacen posible las condiciones mínimas de seguridad para la distribución de esa ayuda.
 
Jesús Caldera, el portavoz del PSOE en el Congreso, ha llegado a decir que “hay que reconstruir porque antes se ha destruido”, como si hubieran sido las fuerzas de la Coalición las que arruinaron las infraestructuras de Irak y no la dictadura de Sadam. Y peor aún, Llamazares ha calificado a la Conferencia de Donantes como “conferencia del expolio” para “privatizar Irak”. Pero la auténtica “conferencia del expolio” era la de Sadam y su camarilla, que vivían en el país de las mil y una noches mientras los iraquíes pasaban privaciones. Eran ellos los que habían “privatizado” Irak en su propio y exclusivo beneficio y en el de terroristas de toda laya. Es hoy cuando los iraquíes, con la ayuda militar y financiera de la comunidad internacional –especialmente de EEUU, Gran Bretaña, Japón y España– tienen una oportunidad, quizá la primera en la breve historia del país, de disfrutar de los beneficios de un Estado de derecho, así de las riquezas petrolíferas que atesora el subsuelo de su país.
 
¿Tanto poder cegador tiene el antiamericanismo que la Oposición es incapaz de reconocer que se ha equivocado? ¿Ni siquiera es capaz de admitirlo aun después de los resultados del 25 de mayo? ¿Tampoco después de que la ONU haya dado la razón –aunque no hiciera ninguna falta– a la Coalición? ¿Es esta la Oposición que quiere gobernar en coalición en Madrid, y España después de las elecciones de Marzo? Un partido antisistema como IU puede permitirse todo lujo de intoxicaciones y necedades, sabedor de que nunca tendrá que ejercer responsabilidades de gobierno. Pero el PSOE, ¿acaso ha olvidado el sabio aforismo “dime con quién andas y te diré quién eres”? Parece que sí. Pero quienes no lo olvidan son los electores, que cada vez tienen más claro que la Oposición necesita también de una urgente reconstrucción.

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