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Amando de Miguel

Sociología de la esquela: descanse en paz

El lenguaje de las esquelas en los periódicos suele ser el ejemplo de lo convencional y establecido. Pero a veces surge la ocasión para la inventiva. Luis Carandell escribió páginas memorables sobre ese género funerario. Hoy me llega un ejemplar que haría revivir de gozo al bueno de Luis. Se publica en La Vanguardia (20 de septiembre, 2003). El finado es el “Dr. José López Raichs. Psiquiatra. Discípulo del Prof. Emilio Mira i López”. Esos son sus títulos. A continuación figuran los nombres de sus parientes con la coletilla de que “tardarán en olvidarlo”. Y tanto. Porque seguidamente se imprime lo que dejó dicho el finado en el testamento que se pusiera en la esquela: “Amigos, pocos. Parientes, demasiados”. Claro que los parientes que han costeado la esquela no se quedan ahí y añaden: “Nota: El texto, hasta aquí, se ciñe con exactitud a lo redactado por el difunto para su propia esquela. [Ahora se dirigen al finado]. Nunca te sentiste querido porque no confiabas en nadie. Solo pudiste confiar en [tres nombres] y, a través de ellos te habrás reconciliado contigo mismo, con el mundo y con tu sobrina [la nombran], que de pequeña siempre te necesitó tanto y nunca se atrevió a decírtelo. Y aunque no me crees [sic], nunca te podremos olvidar”. La esquela termina con la cita para el “acto civil” que tendrá lugar en un “oratorio”. El “acto civil” tuvo que ser interesantísimo. Sería bueno que se extendiera este rito del diálogo póstumo a través de la esquela.
 
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