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Nos referimos obviamente a los siete... cientos de millones de dólares a los que, al parecer, podría ascender la fortuna personal del líder palestino. De ser ciertas las informaciones, Arafat pasaría a formar parte de uno de los grupos más selectos de personalidades a escala mundial, donde ya le esperan grandes amigos suyos.
 
Pero probablemente todo sea una intoxicación —de origen sionista, por supuesto—, ya que si algo distingue a Arafat es su proverbial modestia, que le lleva a vivir de manera sencilla, casi espartana, seguramente estimulado por el ejemplo de su humilde esposa, Suha, que sobrevive en el amargo exilio parisino con la ridícula cantidad de 100.000 $ mensuales, ajena a los lujos que ofrece esa gran ciudad y sobrellevando con piadosa resignación el angustiado recuerdo de su pueblo doliente. Según los últimos datos obtenidos por la prensa francesa, Suha, en una muestra de su acreditada austeridad, dedicó tan sólo 2 millones de euros a gastos de decoración, encargando estos trabajos a un modesto artista llamado Alberto Pinto. (“Su clientela, en sí misma, es impresionante. El Elíseo (Jacques y Bernardette Chirac le han confiado sus apartamentos privados). Las familias reales de Marruecos, Arabia Saudita y Jordania. (…) Pierre Balmain, Los David Weill, Los Safra. (…) Las grandes familias del Golfo. Los millonarios (en dólares) de América del Sur a quienes las residencias les son entregadas llave en mano”).
 
Pero volvamos con nuestro personaje. Arafat comenzó su carrera en una de las organizaciones humanitarias más destacadas del momento. Su natural aplicación no le llevó, sin embargo, por el terreno del pensamiento abstracto o la vida contemplativa, sino que casi podríamos decir que el joven Yasser era ya en sus años mozos un hombre de acción. Afortunadamente ello no le ha impedido mostrar a lo largo de su vida una permanente preocupación por la instrucción de su pueblo. Los debates en la universidad palestina, de clara inspiración arafatiana, son un ejemplo del empeño del Rais por insuflar a la juventud el gusto por el diálogo persuasivo y la argumentación convincente, como herramientas destinadas a convertir a estos jóvenes en una generación adecuadamente preparada para afrontar los retos del futuro.
 
En un debate para la elección de los representantes estudiantiles en la Universidad de Beir Zeit, cerca de Ramala, el candidato de Hamas interpeló al candidato de Fatah “los activistas de Hamas en esta universidad han asesinado a 135 sionistas. ¿Cuantos han matado los activistas de Fatah?”.
 
El candidato de Fatah rechazó contestar, sugiriendo a su rival “mira los periódicos, ve a los archivos y compruébalo por ti mismo. Las Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa no hemos dejado de luchar contra la ocupación”.
 
Los de Fatah construyeron maquetas de asentamientos judíos para hacerlos explotar con fuegos artificiales. (...) Los de Hamas respondieron haciendo explotar réplicas de autobuses israelíes, como un tributo a las docenas de bombas suicidas que sus miembros habían portado en los últimos tres años, asesinando a cientos de israelíes.
 
Pero un desarrollo integral de los educandos exige que estos bellos ejercicios de dialéctica y rigor analítico se complementen con el necesario programa de actividad física. Arafat, consciente de la importancia de contar con una juventud culta, físicamente sana y equilibrada a nivel psicológico, no ha escatimado recursos tampoco en este terreno.
 
“La Autoridad Palestina, encabezada por Yasser Arafat, está pagando a los militantes de la organización palestina que ha sido responsabilizada de ataques contra soldados israelíes y civiles, según ha demostrado una investigación de la BBC.
Un total de más de 50.000 $ mensuales está siendo enviado a los miembros de las Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa, un grupo armado que surgió poco después del estallido de la actual intifada palestina”.
 
Todo esto es capaz de llevar a cabo el líder palestino, administrando como una hormiguita los escasos fondos que la comunidad internacional tiene a bien concederle dentro de los famosos “programas para el desarrollo”. Y no sólo eso, sino que ahorrando tacita a tacita aún le da para hacerse de un pequeño capital que le garantice unos últimos años de vida medianamente confortable. Ya tiene el Nobel de la Paz. ¿A qué espera la Academia Sueca para darle también el de Economía?.

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