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Rubalcaba, el cinismo y la fragilidad de la mentira

Si la comparecencia del nuevo ministro del Interior ante la comisión del 11-M ha servido para volver a constatar su opacidad a la hora de investigar la autoria intelectual de la masacre y su determinante negativa a esclarecer una posible implicación en ella de ETA, la comparecencia de Rubalcaba ha servido para poner de relieve el cinismo y la manipulación del responsable del trabajo sucio del partido de ZP en aquellos días de luto y mentira.
 
Este genio goebelsiano del socialismo patrio —en lúcida expresión de Jaime del Burgo— ha empezado su comparecencia afirmando, nada menos, que la actuación del PSOE entre el 11 y el 14M se guió por la “lealtad al Pacto antiterrorista firmado con el PP”. Vamos, como sí en la letra o en el espíritu de ese Pacto, en lugar del consenso en la firmeza contra los terroristas, se invocara la obligación de trasladar contra el Gobierno la conmoción y la ira provocada por los terroristas contrarios a ese Gobierno.
 
Otra de las mentiras de Rubalcaba, casi tan grosera como la de su "lealtad antiterrorista", ha sido la de acusar a Acebes de haber “escondido información relevante” como fue el descubrimiento de los detonadores y la cinta de la furgoneta. Rubalcaba se empeña así en insistir en algo que ha sido rotundamente desmentido por todos los informes y por las declaraciones de los mandos policiales, como es que el hallazgo de lo que había en el interior de la furgoneta no se produjo en la mañana sino en la tarde del 11M; descubrimiento que, una vez puesto en conocimiento de Acebes, inmediatamente fue hecho público por el entonces ministro del Interior. La única fuente que ha afirmado “creer” que los agentes hicieron tal descubrimiento en la misma mañana del 11, es una versión tan desacreditada y desmentida como la del portero perjuro que descubrió la furgoneta, y  que afirmó ante la comisión no haber tenido ninguna conversación previa con ningún político, cuando, en realidad, sí la había tenido con un representante socialista pocos días antes de su comparecencia.
 
Para envilecer y deslegitimar la actuación de Acebes por haber centrado, en un primer momento, en exclusiva en ETA la investigación, Rubalcaba se ha referido a la “letalidad brutal” de la masacre que era “típica del radicalismo” islamista. No lo vio con tal claridad alguien tan poco sospechoso de simpatia con el PP como era Ibarretxe. En este sentido conviene recordar el documento del CNI en el que se recoje una conversación de Josu Ternera en la que el dirigente etarra pocas semanas antes del 11-M que “los españoles se van a enterar de lo que somos capaces”. ¿De qué inédita barbaridad se refería este terrorista que no conozcamos ya los españoles tras décadas de asesinatos y matanzas por parte de ETA?
 
Pero es que, al margen de la credibilidad de este documento —que el PSOE, por cierto, tambien se niega a desclasificar—, en aquellos momentos estaba el hecho reciente y conocido por todos de la interceptación del comando etarra que trasportaba, nada menos, que 500 kilos de explosivo en dirección a Madrid. ¿Para que se cree Rubalcaba que querían los etarras tal monumental cantidad de dinamita? La única opción que no fuera para cometer ellos mismos esa masacre de “letalidad brutal”, sólo podría ser la de engañar o facilitar el explosivo a otros dispuestos a cometerla...
 
La desfachatez y el descaro de Rubalcaba —quien, al tiempo, no ha podido disimular cierta irritación e inseguridad— ha experimentado un nuevo máximo al decir, con tono jesuitón, “que el PSOE no promovió las concentraciones ciudadanas” contra las sedes del PP. Vamos, como si, al margen de Prisa, todas las insidiosas y calumniosas declaraciones de Rubalcaba en aquellos días no hubieran liderado, con el respaldo de Carod Rovira y Otegui— todo un movimiento dirigido a trasladar contra el Gobierno la matanza perpetrada.
 
También de las hemerotecas y de nuestra memoria se puede recuperar ese caldo de cultivo, reiterado hoy por Rubalcaba, cuando dijo el 13M a los españoles que “el Gobierno no decía la verdad”; declaraciones que, además de constituir una infame mentira, podrían ser, tratándose del mismo día de la reflexión, constitutivas de delito electoral. También hay que recordar, a este respecto, que el PSOE y sus socios se han negado a que los representantes políticos faciliten los listados de sus llamadas telefónicas durante aquellos días. Por algo será...
 
Dice también Rubalcaba que él no mantuvo contactos aquellos días ni con Carod Rovira ni con Otegui para orquestar la campaña contra el PP. Aunque no sea verosimil, es lo de menos, sin embargo, si Rubalcaba efectivamente habló o no con el socio de Margall y aspirante entonces a serlo también de Zapatero. El hecho es que este último sí tuvo esos contactos en esos días con el portavoz político de ETA —meses después de haberla tenido con la misma dirección de la banda—, y lo grave es que, tanto Otegui como Carod no hicieron más que seguir en aquellos días la infame, desestabilizadora y subversiva tesis del PSOE y PRISA que eran los que más acusaban al gobierno del PP de mentir a los españoles por razones electorales.
 
Finalmente, no podemos dejarnos en el tintero la significativa revelación de Rubalcaba que sí ha reconocido haber conversado en esas fechas “dos o tres veces” con Felipe González y “en una ocasión” con el ex secretario de Estado Rafael Vera. Sería interesante saber si Rubalcaba preguntó a González por el acceso que el ex presidente seguía manteniendo con el CNI, tal y como el propio ex presidente translució en un artículo publicado en El País pocos días después de los atentados de Casablanca y que animó a Prisa a pasar, de desacreditar al peligro islamista como una paranoica e interesada tesis de Aznar, a presentarlo como una amenaza cierta por culpa de la política de Aznar. De paso, no hubiera estado de más que Rubalcaba le hubiera preguntado a González a qué se debían aquellas inexplicables declaraciones suyas que hizo al conocerse la interceptación del comando etarra y que decían que “en mis tiempos no se detenían etarras por motivos electorales”.
 
Que Rubalcaba diga que en esos días “ningún dirigente del PSOE se puso en contacto en ningún momento con mandos policiales relacionados con la investigación”, es lo de menos, habiendo confesado haberlos tenido con Rafel Vera. Téngase en cuenta que al frente de la UCO de la Guardia Civil en esos momentos se encontraba Félix Hernando, hombre de la máxima confianza del ex secretario de Estado de Seguridad, hasta el punto de que —según versiones a las que Garzón en tiempos de González dio total credibilidad— fue el hombre elegido por Vera para comprar el silencio de Amedo y Domínguez....
 
En fin, que de la declaración de Rubalcaba, podríamos decir lo mismo que decía el miércoles Acebes respecto de la investigación llevada a cabo hasta ahora: Que “hay muchas cosas que no encajan”. Demasiadas.

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