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Alberto Míguez

Pavo con puré

A fuerza de repetir que los Reyes son los mejores embajadores de la España democrática algunos figurones políticos están convencidos de que podrán hacer todo tipo de tonterías porque al final don Juan Carlos y doña Sofía vendrán a salvarles la cara.

Conviene no confundir la velocidad con el tocino y el trasero con las cuatro témporas. Conviene no confundir tampoco al Rey con el ministro de Asuntos Exteriores o el presidente del Gobierno. Ya tienen ambos sus funciones suficientemente definidas aunque las cumplan rematadamente mal. Conviene no endiñarle al soberano competencias que no le corresponden y para las que ni está preparado ni falta que hace.
 
En las últimas horas algunos hablan y no paran del grandioso gesto de Bush y familia invitando a su rancho tejano a los Reyes para que prueben el tradicional pavo con puré del Día de Acción de Gracias. Oh, los Reyes, siempre sacando las castañas del fuego a estos políticos incompetentes, maúllan tales gentes de espíritu cortesano y sentido común desviado. Dijérase que tras el ágape, los graves problemas que atraviesan las relaciones hispano-norteamericanas, se han esfumado. No hay crisis que resista al puré de patatas.
 
Error, inmenso error. Ni a Bush se le olvidará la estampida de nuestras tropas en Irak, ni los consejos de Zapatero a los países de la coalición para que hagan lo mismo. Es difícil también que se olvide de la nueva política española hacia Cuba o de los abrazos y carcajadas  con el comandante Chávez en Madrid. Son imágenes imperecederas, gestos inolvidables que lastrarán las relaciones hispano-norteamericanas en los próximos meses y años. Ni los Reyes lograrán anularlas ni Zapatero y Moratinos se merecen tanta solicitud. Que cada palo aguante su vela y la vela es de envergadura.
 
A fuerza de repetir que los Reyes son los mejores embajadores de la España democrática –una pavada, un arrumaco, una cursilería– algunos figurones políticos, incompetentes y repelentes, están convencidos de que podrán hacer todo tipo de tonteríasurbi et orbiporque al final don Juan Carlos y doña Sofía vendrán a salvarles la cara. Ni es así, ni así debe ser: el hondón que ahora separa a Washington de Madrid se lo han cavado a pulso Zapatero, Moratinos, Bono y hasta el general Sanz o como se llame el milico en cuestión. Ni el pavo ni la sonrisa a pie de helicóptero ni los ditirambos de los medios afines –¿en este asunto cuáles no lo son?– servirá para que las cosas se queden como estaban hace un año. Así no puede ser y, además, es imposible.

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