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El penúltimo sainete de Carod

Rabieta primero y canallada después. El estilo Rovira, inconfundible, que no defrauda a sus votantes y que, en cambio, pone los pelos de punta al Gabinete de Zapatero

Esquerra Republicana de Cataluña, es decir, el factor desestabilizador número uno de la política española desde que el Partido Socialista ganase las elecciones en marzo, volvió ayer a convertirse en protagonista del enésimo sainete político de lo que llevamos de legislatura. La coartada, esta vez, fue la reunión de los delegados de la Federación Internacional de Patinaje en Fresno y su decisión de rechazar a la federación catalana como miembro de la misma. 114 países votaron en contra, ocho a favor y dos se abstuvieron. Nada fuera de lo normal en una federación internacional habituada a someter a votación la incorporación de nuevos socios.
 
En la Cataluña del tripartito, sin embargo, donde la política lo ocupa todo, el resultado de la reunión cayó como un jarro de agua fría. Desde el Gobierno autónomo se habían hecho a la idea que, esta vez sí, una selección catalana –aunque fuese de hockey- llegaría a competir en certámenes internacionales y serviría de palanca para “emancipar” al deporte catalán del yugo al que, presuntamente, le tienen sometido los atletas de otras partes de España. A pesar de que Cataluña como selección había disputado algunos partidos, las posibilidades de que se desgajase de la selección española eran remotas. Todo el culebrón político-deportivo, que se desarrolló en su integridad este mismo mes, ha sido magistralmente glosado por Juan Manuel Rodríguez en la columna que a diario escribe en Libertad Digital.
 
Pero a pesar de que no sólo los expertos, sino el sentido común apuntaban a lo contrario, la decisión final de la FIRS ha hecho que en los despachos de la Generalidad se tuviese ayer que repartir tila a conciencia. Josep Lluis Carod Rovira denunció que se habían producido “presiones y maniobras muy sucias” para que Cataluña se quedase en la estacada. Según el líder de ERC, sobre los delegados de la FIRS se habían ejercido presiones directas con idea, siguiendo el guión de Carod, de evitar que el deporte catalán tenga reconocimiento internacional. Quizá Carod Rovira lo ignore, pero el deporte catalán -como el riojano o el gallego- tienen pleno reconocimiento más allá de nuestras fronteras. Los deportistas nacidos en Cataluña o que viven en esa Comunidad Autónoma, si destacan en su disciplina, participan en todas las competiciones de relevancia que se celebran a lo largo y ancho del globo. Lo hacen como catalanes, que es lo mismo que decir que lo hacen como españoles porque, aunque Carod se resista a entenderlo, Cataluña y España no son dos realidades contrapuestas sino que la segunda incluye a la primera. Esto viene siendo así desde el nacimiento del deporte moderno y muchos son los atletas catalanes que han engrandecido el deporte español con su tesón, su esfuerzo y su espíritu de superación.     
 
Al pistoletazo de Carod, que es el que marca el estilo e impone los ritmos, se sucedieron las declaraciones de sus más conspicuos trasuntos en la Generalidad y el Parlamento autónomo. Bargalló habló de “injerencias políticas” cuando, curiosamente, los únicos que han hecho bandera política de todo este tema han sido ellos y sus vecinos del PSC. Benach, desde la poltrona privilegiada de la cámara autonómica, pontificó asegurando que la “injerencia española” en esta cuestión ha sido escandalosa. Los esquerristas ven política por doquier cuando, precisamente, es este partido el que se ha empeñado en politizarlo todo, desde la lengua de los valencianos a los partidos de hockey sobre patines.
 
Fiel a su tradición de combinar la queja amarga con la amenaza velada, Carod Rovira ha pedido formalmente que nadie en Cataluña apoye la candidatura que Madrid ha presentado ante el COI para celebrar la Olimpiada del año 2012. Rabieta primero y canallada después. El estilo Rovira, inconfundible, que no defrauda a sus votantes y que, en cambio, pone los pelos de punta al Gabinete de Zapatero. La capital no está, a juicio de Carod, capacitada para albergar unos Juegos Olímpicos y es por ello que nadie en su sano juicio debería respaldar su candidatura. Sólo una madriditis pendiente aun de diagnóstico psicológico puede explicar semejante voltereta. Si una federación internacional y, naturalmente, independiente, no hace lo que dicen los mandarines del nacionalismo catalán la culpa es de una ciudad, la de Madrid que, con ilusión, quiere celebrar unas Olimpiadas en las que Barcelona, ciudad hermana, sería subsede. 

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