Casi a la misma hora en que un grupo de proetarras irrumpía en el pleno del Parlamento vasco con carteles en apoyo a los militantes de Haika juzgados en la Audiencia Nacional, la policía detenía en Valencia a dos peligrosos pistoleros de ETA. De lo primero se tuvo que encargar el diputado del PP Carmelo Barrio que, supliendo la labor de unos inexistentes miembros de seguridad, tuvo que echarlos personalmente del hemiciclo. Lo segundo ocasionó que el corazón de Valencia se pusiese patas arriba. La detención se produjo en una calle adyacente al ayuntamiento y donde los dos terroristas, Mikel Orbegozo y Sara Majarenas, amenazaron a la policía con un arma corta antes de entregarse.
Los planes de la pareja asesina en la ciudad del Turia consistían en cometer un atentado antes del domingo, fecha un tanto simbólica en la que se celebra el referéndum europeo. La policía les intervino, en el hostal donde estaban alojados, un arsenal completo de terrorista itinerante. Armas, explosivos y documentación variada. En concreto, 25 cartuchos de titadine, 350 gramos de dinamita, una bomba lapa, varios detonadores y un kit para dejar armado y listo el explosivo. Junto a ese material, Orbegozo y Majarenas disponían de una elaborada nómina de personas “ejecutables” en la ciudad de Valencia. Entre ellas la alcaldesa Rita Barberá, empresarios locales y algunos miembros de las Fuerzas Armadas, especialmente un teniente coronel del que tenían preparado un completísimo dossier. Junto a esto, el comando tenía como objetivo prioritario atentar contra una comisaría. La detención, afortunadamente, se ha producido pocos días antes de que llevasen a cabo sus planes gracias a la eficacia de los agentes de la Brigada de Información de la Policía Nacional que, con buen tino, ha evitado una más que previsible masacre. Una vez más se demuestra que la labor policial es la piedra de toque de toda lucha antiterrorista.
La exitosa operación es, sin embargo, una bengala de aviso para los que desde el Gobierno siguen empeñados en abrir negociaciones con la banda. ETA sólo negocia con la pistola en la mano. El único lenguaje que conocen los verdugos es este; el asesinato y el terror indiscriminado, y buena muestra de ello es la carta recientemente interceptada por la policía a Garikoitz Aspiazu alias “Txeroki”. En la misiva Aspiazu ordenaba a un grupo de pistoleros “poner muertos sobre la mesa”. Según el dirigente etarra la “situación política” invita a ello y, lo que es más importante, los muertos han de llegar lo antes posible. En la macabra lógica desplegada por “Txeroki” ante una negociación con el Gobierno lo mejor es presentarse con argumentos de peso con los que jugar fuerte. Y no le falta razón. El despertar de la banda se viene advirtiendo desde hace varios meses en las distintas acciones desperdigadas por Vizcaya, Madrid y Alicante. ETA necesita un golpe de efecto con el que reblandecer la voluntad del Ejecutivo y allanar el camino a los nacionalistas del PNV. La estrategia del árbol y las nueces se mantiene tan vigente como hace treinta años y promete seguir proporcionando jugosos frutos a sus inspiradores.

