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Amando de Miguel

Gramatiquerías

Tengo dicho que este corralillo no es un lugar donde se expiden prescripciones de corrección léxica. Aquí se comentan las cosas relacionadas con la lengua común de los hispanoparlantes y eventualmente sus concomitancias con otras lenguas. Aun así, siempre que se me pide, doy mi opinión sobre lo que está bien o mal dicho según mi personal apreciación de la Gramática. Naturalmente, sigo abierto a todas las correcciones.
 
Javier Aymerich Bartolomé tacha de relamida la expresión “me he leído el libro”, lugar del más sencillo “he leído el libro”. Realmente, la segunda opción es suficiente, pero la primera es más enfática, tiene su gracia. Es el caso de la madre quejosa que dice: “Este hijo mío es que no me come nada”. Bastaría decir “mi hijo come poco”, pero el mío y el me personaliza mucho más la frase. El “no comer nada” es hiperbólico, pero también muy expresivo. Algo come el niño, pero no lo que quisiera su solícita madre. Mi reduplicación favorita es: castíguesemele. Ahora se estila mucho lo de “me pido” en lugar de simplemente “pido”. Hay que ser comprensivos con esas debilidades.
 
Ángel Guerrero Eguiluz me pide un comentario sobre esa manía de empezar un parlamento con el verbo “decir” o equivalentes. Es lo que se puede llamar “infinitivo radiofónico”, pues lo utilizan mucho los corresponsales de la radio, especialmente los deportivos. Es una muletilla hiriente. Por desgracia la encuentro en muchos exámenes de los alumnos y hasta en algunos de los emilios que me llegan a este corralillo de mis pecados. He visto que recurren a ese expediente algunos políticos cuando hacen discursitos o declaraciones. Lamentable.
 
Roberto Méndez (informático, Madrid) asegura que le “chirría el oído cuando oigo la internet” con artículo y minúscula inicial. Vamos, que le “suena a cateto”. La razón es que considera “a Internet como un lugar con nombre propio, como por ejemplo, Madrid”, para el que no se exige artículo. Sin embargo, añado, Madrid puede ser también “el Madrid” castizo o incluso “los Madriles”. El artículo determinado proporciona un sinfín de matices. Puede que yo sea muy cateto, peor no veo que la internet pueda ser un nombre propio. Quizá lo fuera en su origen, pero ahora es un nombre común, como la coca-cola o la aspirina.
 
Alberto Ferrer (Valencia) quiere saber la diferencia entre atrás y detrás. No es mucha. Los dos son adverbios de lugar, aunque atrás puede ser también adverbio de tiempo (“años atrás”). Atrás suele requerir verbos de movimiento (“dar un paso atrás”, “dar marcha atrás”). Detrás indica más bien posición (“detrás de tal sitio”). Suena fatal lo de sustantivar el “detrás”, como en el horrísono “detrás mío”, aunque lleva camino de generalizarse.
 
Mariano Muñoz Blanco se lamenta de esas expresiones que vapulean los adverbios: “delante mío”, “está lejísimos”, “estoy supercontento”. Suenan mal; es cierto. Pero se introducen con resolución en el lenguaje coloquial. La verdad es que a veces resultan muy expresivas. No es lo mismo “has llegado tarde” que “has llegado tardísimo”. Lo del prefijo “super” a troche y moche es un ñoñismo que puede resultar cansino.
 
Carlos Ruiz Caballero (Murcia) discute con otro amigo, también apellidado Ruiz, pero que lo escribe así: Ruíz. Su amigo no tiene razón, pues ui no forma diptongo y, por tanto, no hay por qué romperlo. Otra cosa es que excepcionalmente se pueda escribir ruïn, ruïdo y palabras similares con ese acento por razones poéticas. Por ejemplo, el famoso endecasílabo de Fray Luis de León, “la del que huye del mundanal ruïdo”, se puede escribir así para pronunciar “ru-ido” y así conseguir las 11 sílabas del verso. Pero no creo que “Ruiz” se preste a esa excepción poética. En definitiva, Ruiz es un monosílabo, salvo mejor opinión de los gramáticos.
 
María de la Fuente confiesa que se le “ponen los pelos de punta” cuando oye lo de agradecer por. No tendría por qué sufrir tanto. La expresión completa es “agradecer a alguien por algo”. A veces puede estar implícito el complemento indirecto (“a alguien”). En ese caso, quizá quede mejor el “agradecer algo”. Es evidente que estoy agradecido a los libertarios digitales por todos sus comentarios y preguntas.
 
Jorge Jiménez Coma observa que hoy se abusa de la doble preposición para con. Me pregunta mi opinión. Ya sé que la ortodoxia gramatical abomina la doble preposición, pero preciso es reconocer algunas excepciones. Una de ellas es el dichoso para con, que complica un poco la frase. Pero hay que aceptar la moda, siempre que no se abuse. Pase decir una vez que “Fulano se siente dadivoso para con los mendigos”, pero que no se repita. Basta ser “dadivoso con” o “dadivoso respecto a”.
 
Teodoro Portillo (Spokane, Washington, EEUU) insiste en que la fórmula “informar de que” le resulta “incorrecta y malsonante”. A don Teodoro le suena mejor “informar que”. Es una cuestión de meridianos. En los que cortan el continente americano suena mejor “informar que”. En España lo correcto es “informar de que”. Tampoco nos vamos a pegar por un quítame allá esas pajas.

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