GEES
Peor de lo que se imagina
Annan debería dimitir. De hecho, ya debería haber dimitido. Y si no lo hace, la primera medida de reforma que los estados miembros tendrían que adoptar es su cese fulminante
Tras confirmarse por la comisión de investigación encabezada por Paul Volcker que la ONU gestionó el programa con Irak “petróleo por Alimentos” de manera “ilícita, inmoral y corrupta”, el secretario general de la organización, Kofi Annan se ha visto obligado a reconocer que “la verdad duele” y llama a los miembros a reformar cuanto antes la ONU según las líneas que él mismo propone. En realidad, Annan debería dimitir. De hecho, ya debería haber dimitido. Y si no lo hace, la primera medida de reforma que los estados miembros tendrían que adoptar es su cese fulminante.
No sólo porque su falta de control, cuando no su incompetencia –si no algo peor– llevara enriquecerse a su hijo y a los responsables del programa con Irak, que él personalmente nombró; no sólo porque la sombra de la sospecha de haber mentido u ocultado información a los investigadores de Volcker permanezca siempre a su alrededor; sino también porque el escándalo que afecta al programa “Petróleo por alimentos” no es sino uno de entre los muchos que la práctica de la burocracia y la actitud del Secretariado General han causado en estos años. No ha sido sólo dejadez. Hay más, mucho más.
Por ejemplo, el pasado viernes, el fiscal federal de Manhattan inculpó formalmente precisamente al responsable del comité de control presupuestario de la misma ONU, Vladimir Kuznetsov, con cargos de blanqueo de dinero, recibir sobornos y solicitar comisiones con los contratistas de Naciones Unidas. Otro funcionario ruso, protegido a capa y espada por Kofi Annan, Alexander Yakovlev, responsable del departamento de compras y adquisiciones de la ONU, también ha sido investigado por el FBI y se ha visto en la necesidad de declararse culpable de cargos de corrupción.
Estos no son dos casos puntuales de manzanas podridas en medio de una cesta de sanas. Más bien todo lo contrario. La semana pasada también se supo que el contingente de Naciones Unidas en el Líbano se ha visto involucrado “en una conducta financiera inapropiada muy importante”. Y eso en lo que toca solamente a los dineros a los que contribuimos. Los cargos por abusos sexuales se han disparado desde puesto de altísima responsabilidad, cercanos a Annan y que éste no pudo acallar, o que afectan a la conducta de contingentes de cascos azules en África y Asia.
Y todo lo que sabemos, que es lo peor, no se lo debemos a la supuesta honestidad del actual secretario general, ese al que parece gustarle tanto la propuesta de Rodríguez Zapatero de la Alianza de Civilizaciones. ¿Verá en ella un nuevo filón para sus familiares, socios y amigos?
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