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Juan Carlos Girauta

Somos libres

El adversario queda excluido, una vez ha sido convenientemente estigmatizado, bestializado, cosificado, amedrentado, acorralado y silenciado. No estamos ante un conflicto político más. Nos estamos jugando la libertad

Seguimos esperando que la vieja guardia de UDC responda por fin a la pregunta: ¿Qué pasó a principios de los ochenta que impidió a Duran acceder a la presidencia del comité de govern del partido y a cualquier otro cargo orgánico? La enfermiza obsesión de Duran con la COPE le va a perder. Gente tan vulnerable no debería emprender según qué batallas, y menos si las estratagemas exigen disfrazarse de Teresa de Calcuta. Lo suyo tiene más que ver con otras; Carolina Herrera y Purificación García.
 
Mientras corren los días y Concepció Ferrer demora la respuesta, también se va agotando el periodo de alegaciones al informe del CAC contra uno de los últimos reductos de la libertad de expresión en Cataluña. Como en la COPE son gente formal, seguro que alegarán lo que haya lugar con educada firmeza. En realidad el CAC no merece que se le haga el menor caso, salvo para exigir su disolución. Por cierto: ¿Cuánto cobra un miembro del CAC? ¿Y su presidente? Tras abandonar el cargo, ¿siguen recibiendo algún emolumento?
 
¿Cómo se llama el presidente del CAC? Esta es la más fácil: se llama José María Carbonell, es socialista, y su concepto de la libertad de expresión y de prensa, así como su sentido de la equidad, quedó patente en 2003, cuando, en nombre del grupo socialista del parlament de Cataluña firmó una proposición no de ley en contra del cierre de Egunkaria, ordenado por el juez. Contra aquella sentencia se pronunció el tetrapartito en pleno. Qué curioso. Carbonell consideró que se lesionaba una serie de derechos que ahora no cuentan. Porque ahora son ellos los que están en el poder, y es inadmisible que un medio se atreva a criticarlos, o a informar sobre el Carmelo, o sobre el 3 %, o sobre el condonado Montilla. Anticatalanismo, ya se sabe.
 
Para el tripartito, y para UDC, las garantías democráticas no son un bien en sí mismo sino el código que regula el trato a los amigos. El adversario queda excluido, una vez ha sido convenientemente estigmatizado, bestializado, cosificado, amedrentado, acorralado y silenciado. No estamos ante un conflicto político más. Nos estamos jugando la libertad.

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