La espectacular subida de los precios del petróleo –este miércoles el precio del barril de crudo Brent batía un nuevo récord de cierre al cotizar a 73,73 dólares– ha venido a convertir en papel mojado las, ya de por sí, poco fiables previsiones del gobierno, que ha tenido que admitir que no serán posibles sus pronósticos de crecimiento económico e inflación.
Esta subida del petróleo viene, en realidad, a evidenciar la pasiva política económica del gobierno, que, lejos de aplicar alguna reforma en pro de la liberalización y la competitividad de nuestra economía, se ha dedicado, en el mejor de los casos, a vivir durante dos años de las rentas de la política liberalizadora aplicada durante las legislaturas del PP. Y eso –insistimos– en el mejor de los casos, pues no podemos dejar en segundo plano el impacto negativo que tendrán los intervencionistas y liberticidas estatutos de autonomía, aprobados por socialistas y nacionalistas, en el marco institucional y en la unidad del mercado, cuya fractura perjudicará la competitividad y la seguridad jurídica de nuestra economía.
Si la falta de liberalización de los mercados, en general, y del energético, muy en particular, es la base estructural que nos hace tan vulnerables al aumento del precio del crudo, no menos nocivo es ese paradigma, tan falso como dominante, que demoniza una de las energías alternativas más seguras, económicas y ecológicas, como es la nuclear. El gobierno de Zapatero tampoco hace nada –todo lo contrario– por combatir los apocalípticos, míticos y falsos argumentos que sustentan esa reaccionaria oposición a la energía nuclear, posiblemente por la declarada militancia del presidente en contra de la misma. Ni siquiera los costosísimos y, para colmo, estériles esfuerzos gubernamentales por cumplir los requisitos del Protocolo de Kioto parecen haberle hecho recapacitar.
Precisamente, el deseo de reducir las emisiones de CO2, es lo que ha llevado a muchos destacados ecologistas a reconsiderar y abjurar de su tesis antinuclear. Uno de los fundadores de Greenpeace, Patrick Moore, acaba de publicar, precisamente, un artículo en el Washington Post en pro de esta relativamente limpia y barata fuente de energía. Los avances en el conocimiento, en la tecnología de la seguridad y del tratamiento de residuos, son dejados de lado en nuestro país, lo que refuerza nuestra dependencia en unos derivados fósiles (petróleo, gas y carbón) en más del 80 por ciento, prácticamente el mismo porcentaje energético que Francia consume a través de centrales nucleares.
Ante la evidente necesidad de abordar las reformas liberalizadoras pendientes y de emprender este trascendental debate en torno a las alternativas energéticas, la única propuesta de la que ha sido capaz el ministro Montilla ha sido la de pedir a las petroleras españolas que sean "lo más responsables posible" en los márgenes que aplican a los precios de los carburantes.
Definitivamente, no se podía esperar más del destacado impulsor de la OPA política contra Endesa e insigne bachiller que dirige nuestro Ministerio de Industria.

