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Amando de Miguel

Política y símbolos

El juego político en una sociedad libre se basa en la confrontación pública de ideas e intereses. Pero, paradójicamente, las principales fuerzas políticas deben coincidir en algunos aspectos básicos. Eso es lo que se llama "consenso".

Javier Aymerich se plantea si la izquierda actúa de buena fe o simplemente busca acaparar el poder. Entiendo que la buena fe hay que suponerla siempre hasta que se demuestre que no existe. Habría que ver caso por caso. El poder no está solo en la cúspide. Un quídam puede votar a un partido de izquierdas por razones expresas de estricta convicción, pero en el fondo piensa que, si gana su partido, él tendrá más oportunidades. Por ejemplo, si un partido de izquierdas se aloja en el poder, habrá más dinero para subvenciones y todo tipo de ayudas.

Dioni Villar (San Sebastián, Guipúzcoa) sugiere que a Zapatero, devoto de la II República, se le podría llamar "Largo Zapatero". Entiendo que es por alusión a Francisco Largo Caballero, el Lenin español, o por el significado coloquial de "largo" como "astuto o listo".

Pedro Sánchez Sánchez avanza algunas críticas en relación al trabajo de Federico Jiménez Losantos, César Vidal y otras personas de la COPE. Aun reconociendo el papel positivo de esas aportaciones de "aire fresco y de libertad", don Pedro considera que, de no medir algún cambio de enfoque, ese trabajo podría llegar a ser "improductivo e ineficaz". Concretamente, don Pedro considera que la idea de dividir a la sociedad entre izquierdas y derechas no es muy conveniente. Entiendo que esa división responde a la realidad, por mucho que los dirigentes de los partidos de derechas se consideren de centro o reformistas.

Otra idea poco útil, según don Pedro, es la de consenso. La razón que aduce es que, si ese consenso se ha roto en la España actual, es que no era tanto como se creía. El razonamiento no me convence mucho. El juego político en una sociedad libre se basa en la confrontación pública de ideas e intereses. Pero, paradójicamente, las principales fuerzas políticas deben coincidir en algunos aspectos básicos. Eso es lo que se llama "consenso". Es lo que se ha roto en los últimos años. De ahí no va a salir nada bueno: una situación confusa, por no decir caótica, y quizá revolucionaria.

En los dos supuestos dichos importa mucho la precisión del lenguaje político. Por eso estamos donde estamos. En este rinconcillo de las palabras se entreveran necesariamente cuestiones políticas de mucha enjundia.

Mikel Gómez Urkijo (Leioa, Vizcaya) se irrita con mi alusión a que el atentado en Madrid del 11 de marzo de 2004 benefició al PSOE. Arguye don Mikel que, con ese "sibilino" argumento del cui prodest, lo que hago es lanzar la piedra y esconder la mano. "Pienso que no es pertinente, ni elegante, ni ético, ni creo que ni siquiera inteligente, mezclar la lengua, Séneca y los atentados del 11 de marzo de 2004. Independientemente de lo que piense usted. O pruébelo y lleve a los tribunales a los, a su juicio, autores, a los que no nombra, pero apunta". No creo que sea una cuestión de tribunales. El asunto es estrictamente político. No escondo ninguna mano. Los atentados del llamado 11-M beneficiaron directamente a Zapatero. El cui prodest de Séneca ("a quien beneficia el delito ese es su autor") tiene pleno sentido político aunque no penal. Naturalmente es una cuestión opinática. Comprendo que una persona que se haya beneficiado del Gobierno de Zapatero crea que los atentados del 11-M nada tienen que ver con el triunfo electoral del PSOE.

Hablaba yo aquí de esa maravilla del lenguaje de símbolos que significan los comentarios de extranjeros, el de los alemanes de Yuste o el de los ingleses de San Sebastián. Ignacio de Lorenzo añade el de los ingleses de La Coruña. Ya de paso, don Ignacio me dice que hay un servicio informático en Galicia por el que se pueden leer los periódicos digitales escritos en castellano pero traducidos automáticamente al gallego. No tenía ni idea de que existiera un servicio tan inútil, puesto que todos los galaicoparlantes entienden perfectamente el castellano. Si así no fuera, malo para Galicia.

A propósito de los comentarios de extranjeros en España, Miguel Serrano (Barcelona) recuerda el cementerio de los soldados italianos que se levanta en el puerto del Escudo, entre Burgos y Cantabria.

No me resisto a transcribir la emotiva historia que cuenta Javier Aymerich Bartolomé:

Durante la Segunda Guerra Mundial, en las semanas previas al desembarco aliado en Sicilia, el Servicio Secreto Británico, utilizó un cadáver desconocido encontrado en Londres para engañar a los alemanes. Lo vistieron de oficial, lo sumergieron en el mar, lo cargaron con cartas de una mujer como si fuera su novia, el recibo de un anillo de compromiso, un chaleco salvavidas pinchado y los planes secretos para invadir Sicilia por el lado que no era.

Un submarino británico lo dejó frente a las costas de Cádiz y el cadáver fue encontrado por un pescador que lo entregó a la Guardia Civil. No tardó el cadáver y los documentos que portaba en llegar a manos de las fuerzas del Eje, que tragaron el anzuelo. La invasión de Sicilia fue un éxito.

El cadáver anónimo de aquel hombre se encuentra enterrado en el cementerio de Tarifa y desde el mismo día en el que fue enterrado nunca le faltaron las flores. Un empresario inglés que habitaba en Tarifa las depositaba semanalmente. Muchísimos años después de la muerte del empresario las flores seguían apareciendo semanalmente. Este hecho suscitó la curiosidad de un empleado consular británico que estudió el asunto. Concluyó que era la hija del empresario inglés la que seguía poniendo las flores en la tumba de aquel oficial británico cuyo nombre real se desconocía.

El asunto llegó a oídos de la Reina Isabel y, más o menos en el año 2000, nombraron a la hija del empresario inglés Dama del Imperio Británico.

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