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EDITORIAL

Inmigración ilegal y mutismo gubernamental

Si el fracaso de la política migratoria del Gobierno español no hace más que ponerse, día a día, en trágica evidencia, no menos bochornosa es su hipócrita mutismo ante la brutal actuación de las autoridades marroquíes.

Por mucho que el Gobierno de ZP no se dé por enterado, que en poco más de 48 horas dieciocho subsaharianos hayan muerto y otros dieciséis se encuentren desaparecidos tras naufragar la patera en la que intentaban ganar las costas de Canarias, es motivo más que suficiente, no sólo para que comparezca Rubalcaba, tal y como ha solicitado el PP, sino para que lo haga también el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos.

Si la comparecencia del ministro de Interior es exigible para que aclare la información que posee la Guardia Civil respecto al tiroteo de subsaharianos en la valla de Melilla, no menos necesaria es una explicación del ministro de Exteriores para que aclare cuáles son los resultados concretos que ha logrado de su periplo centroafricano y de la nueva presión de Marruecos, que vuelve a utilizar a los inmigrantes como carne de cañón.

Si el fracaso de la política migratoria del Gobierno español no hace más que ponerse, día a día, en trágica evidencia, no menos bochornosa es su hipócrita mutismo ante la brutal actuación de las autoridades marroquíes que vuelven a utilizar la inmigración como medio de presión al complaciente y permisivo Ejecutivo socialista. Una vez más se pone en evidencia el falso humanitarismo de Zapatero, quien –a la vista está– sólo utiliza hermosas palabras para excusar su demagogia e irresponsabilidad. Si la célebre "Alianza de las Civilizaciones" no es más que una burda condescendencia ante regímenes fabricantes de opresión y de miseria, su regulación masiva de inmigrantes ilegales no ha hecho más que demostrar lo contraproducente que es disfrazar la demagogia de falso humanitarismo. Todo, para luego mantener el más clamoroso e indigno silencio ante las brutales y calculadas actuaciones de las autoridades marroquíes. Quien calla, otorga. Y eso es precisamente lo único que parece saber hacer el Gobierno de ZP.

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